Mito 2. El Opus Dei Es Bueno Porque Personas Importantes Hablan Bien De Él

May 21, 2007

Iván de ExOpus

Las opiniones surgen de los hechos, pero no al revés. Nunca un perro se convertirá en gato porque el Papa opina que lo es.

Las personas y entidades que viven en sencillez se muestran tal cual son, manifestando sus virtudes y defectos, lo que hace que obtengamos de ellos una idea bastante acertada.

Mas los pillos, gentes de baja estofa, hipócritas, estafadores, desvergonzados, truhanes… y en general aquellos cuya principal intención es medrar a costa de la inocencia, bondad y bienes del prójimo, se cuidan mucho de mostrar solamente sus aspectos positivos –exagerándolos– manteniendo a la vez sus perversiones muy escondidas.

Desde sus comienzos el Opus Dei buscó encandilar a personajes de relevancia (civiles, y sobre todo religiosos), presentándoles sólo sus buenas facetas para que saquen una excelente opinión de él; y que así, después, con el manto del prestigio de su apadrinamiento puedan esconder los atropellos que a escondidas realiza. Y con esta táctica han fascinado hasta a algunos miembros de la jerarquía eclesiástica.

Ocurre que los del Opus Dei tienen prohibido acceder a Web que no comulguen al cien por cien con ellos, lo que supone que quienes entran aquí es por casualidad (o en ExOpus, en Opus Libros, etc.) por lo que en vez de leernos y razonar se dedican a arrojar algún texto de uno de esos padrinos.

Yo escribo para sacar a la luz lo que el Opus Dei oculta tan celosamente para que, entre otros efectos, logre que recapaciten esos padrinos tan fascinados.

Aquí van algunas de las actuaciones por las que el Opus Dei es inhumano, anticristiano y anticatólico:

A. Porque viola los siguientes Derechos Humanos Fundamentales:

1. Derecho a la libre información, a tu criterio independiente de recibir la información que desees (lectura de libros, programas de televisión, etc.).

2. Derecho a la intimidad personal, por ejemplo te leen la correspondencia (Ver también El Opus Dei Viola El Derecho A La Intimidad De La Correspondencia).

3. Derecho al pensamiento libre, cualquier pensamiento no autorizado lo consideran pecado (por ejemplo, pensar en los defectos de la Obra, replantearse la vocación).

4. Derecho a la conducta libre en todo cuanto es normal en un cristiano corriente. Todo la actuación de los suyos está estipulada. Hasta en lo mínimo, tal y como que los numerarios tienen prohibido exponer fotos de sus padres y familiares en su habitación, no pueden usar zapatillas de felpa cuando están a solas en su cuarto, etc.

5. Derecho a los sentimientos libres, sólo puedes poner el corazón en el Opus Dei y en lo que a él le conviene.

6. Derecho a la madurez humana y psicológica equilibrada de sus miembros.

7. Derecho a ser independiente, te obligan a depender de ellos hasta en lo más mínimo.

8. Derecho a tener amigos dentro de la Obra y a continuar la amistad con los que lo eran antes de incorporarse a ella (Ver también Sin Amigos Por El Opus Dei).

9. Derecho a elegir la vocación al Opus Dei: tú no lo eliges, sino que son los directores quienes te eligen a ti.

10. Derecho a elegir salirte del Opus Dei (Ver también Lo Que Cuesta Dejar El Opus Dei).

11. Derecho al diálogo sobre la Obra, porque para los suyos “El Opus Dei es Dios”, por lo que no admiten la mínima crítica sobre él.

12. Derecho a la autonomía económica de un cristiano corriente. Te fuerzan a un estado de indigencia total, que, entre otras cosas, anula tu libertad para dejar el Opus Dei. Sí dejas la Institución no recibes ninguna ayuda suya.

13. Derecho de la juventud a ser respetada. Aplican su coacción sobre adolescentes, forzándoles a hacerse del Opus Dei a pesar de estar inhabilitados por la ley para realizar contratos (Ver también La Inhumana Violencia Proselitista Del Opus Dei).

14. Derecho a que se preserve tu intimidad en lo que le cuentas al director espiritual.

15. Derecho a que los de la Obra no hagan públicos a terceros los defectos que ven en ti (cuando informan al director para hacerte una corrección fraterna; y cuando envían informes de tu vida interior a los superiores).

16. Derecho a criticar los errores del Opus Dei con libertad sin que tengas que ver en ello una falta gravísima contra la unidad de la Obra.

17. Derecho a elegir al director espiritual y al confesor habitual.

18. Los derechos adquiridos por sus miembros a través de la Prelatura sólo existen mientras benefician al Opus Dei (directamente y exclusivamente) y les son enajenados en cuanto no es así: no te dan certificados del tiempo que estuviste en el Opus Dei, ni de las labores que realizaste, ni te facilitan los títulos civiles de los estudios eclesiásticos que cursaste dentro de la Obra, etc.

19. Derecho a saber que exclusivamente pertenecen al Opus Dei los sacerdotes y que los laicos solamente son cooperadores (orgánicos) suyos, por lo que la supuesta inmensa vocación al Opus Dei lo es tan sólo la que tiene un cooperador en trabajos de clérigos (Ver también El Opus Dei Según La Iglesia).

(Más en Los Derechos Humanos En El Opus Dei, El Opus Dei Canta Su Obrar Inhumano y ¿Se Respetan Los Derechos Fundamentales? I Y II.)

B. Por su crueldad con quienes libremente les dejan, que muchas veces lo hacen para servir a Dios por un camino verdadero (Ver Los Malditos Según El Opus Dei.).

C. Predican que son pobres y su cúpula vive rodeada de toda suerte de lujos faraónicos (Ver Una Forma Muy Curiosa De Ser Pobres de la I a VII).

D. Viven en la herejía de considerar al Opus Dei como la única verdadera Iglesia y perfecto a su Fundador, como si fuera Dios (Ver El Papa Conoce El Lado Oscuro Del Opus Dei, Nuevas Herejías y Ellos Se Consideran El Mismo Dios).

E. Mienten sin empacho (Ver El Opus Dei Deforma La Verdad De Su Historia, Algunas Mentiras Del Opus Dei I y II).

F. Por este actuar son considerados por expertos independientes como una secta destructiva tanto para las personas que lo componen como para la sociedad (Ver Reflexiones Sobre El Opus Dei Y Las Sectas I, II, III, IV, Mi Realización Del Test Sobre Sectas y El Opus Dei Incluido En Estudios Sobre Sectas Destructivas).

G. La jerarquía del Opus Dei calla ante todas las acusaciones de que es objeto, por lo que con ese silencio las corrobora al indicar que no tiene respuestas que dar (Ver El Silencio Del Opus Dei I, II y III).

Por tanto queda desmontado este mito del Opus Dei. Dejemos que sea el propio Cristo quien nos lo resuma:

Guardaos de los falsos profetas que vienen a vosotros con vestidos de ovejas pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis (Mt. 7:15-20).

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Los dilemas de la Iglesia Católica tras la muerte de Juan Pablo II

abril 6, 2007

Por: Olmedo Beluche (especial para ARGENPRESS.info)

Fecha publicación: 23/02/2007

La masiva asistencia de personas, contadas por millones, a los funerales de Juan Pablo II, así como la extraordinaria cobertura de los medios de comunicación, sobre todo los televisivos, que no cesaron de transmitir durante una semana, representaron un final adecuado de su papado. Porque una de las características más notables de la administración eclesiástica de Juan Pablo II fue su ofensiva propagandística en todo el mundo para contrarrestar la pérdida de influencia de la Iglesia católica.

“El Papa viajero”, le llamaban, porque nunca antes en la historia hubo un regente del catolicismo que acudiera personalmente a tantos países, realizando actos litúrgicos masivos, que hubiera sido visto directamente por tanta gente en todos los continentes, que se hubiera reunido con tantos jefes de estado y hubiera explotado tan eficazmente los medios de comunicación de masas. Esta puesta en escena de la Iglesia calzaba bien con la personalidad de Karol Wojtyla, quien en su juventud fue actor teatral, políglota con algo de asceta y de místico, devoto mariano y admirador de San Agustín, además de primer Papa no italiano en cuatro siglos.

Crisis y continuidad en la Iglesia católica

El carácter y la actuación de Juan Pablo II no constituyeron una mera casualidad, ellos fueron la respuesta de un sector del catolicismo a la crisis y decadencia de la Iglesia en el mundo occidental, atenazada entre la expansión de otras iglesias cristianas, un laicismo generalizado y una creciente ruptura de sus propios fieles con algunos valores que postula.

Crisis que se inicia con el fin del feudalismo, hacia el siglo XV, con el surgimiento de la modernidad y el sistema capitalista; que tuvo su primer gran cisma con la Reforma protestante, encabezada por Lutero; y que se profundizó, pese a la Contrarreforma, con el éxito de las ideas de la Ilustración, expresadas en las revoluciones democrático burguesas (como la francesa de 1789) y el creciente laicismo del estado y la vida pública; con la industrialización del siglo XIX, el nacimiento de una Italia unida y la reducción del poder político del Vaticano a un mini estado en el centro de Roma; con los grandes cambios sociales, políticos y tecnológicos del siglo XX, de los que la Revolución Rusa y la expansión de las ideas socialistas y comunistas por el mundo fueron los más radicales.

Claro que la tremenda capacidad de adaptación de la Iglesia a los cambios sociales y políticos es una de las razones de su supervivencia: desde que naciera como una ideología subversiva y perseguida por el Imperio romano, porque en sus inicios fue una religión de los oprimidos (“todos somos iguales ante Dios”); saltando luego a religión oficial de ese mismo imperio; pasando por la Edad Media, en la que reinó junto a las castas feudales; hasta el presente capitalista.

Un complemento de la adaptabilidad política, para explicar la pervivencia de la Iglesia a través de los siglos, es la necesidad humana de creer, de encontrar consuelo a las presiones materiales y espirituales de un mundo cargado de opresión, injusticia, miseria, desigualdad e incertidumbres. El anhelo humano de encontrar alguna compensación, así sea espiritual, a las brutalidades de la sociedad de clases; la aspiración a la justicia, y el anhelo de poner fin al sufrimiento, así sea en “el otro mundo”, es un poderoso instrumento en manos de las religiones, en especial de la Católica.

En el fondo, las ideas cristianas representan una aspiración a la Utopía, es decir a una sociedad sin injusticias, tanto como las ideas socialistas. Este paralelismo ha sido destacado por algunos autores, como Mariátegui (El hombre y el mito, 1925), Rosa Luxemburgo (Iglesia y socialismo, 1905) y Michal Lowy (Marxismo y religión, 2004). La diferencia está en si la sociedad utópica que debemos construir pertenece al Cielo o a la Tierra. Lenin (Socialismo y religión, 1905), que se opuso a hacer del ateísmo parte del programa del Partido Bolchevique, dice: “la unidad en la real lucha revolucionaria de las clases oprimidas por un paraíso en la tierra es más importante que la unidad en la opinión proletaria sobre el paraíso en el cielo”.

La lucha de clases entra a la Iglesia

Sin embargo, para el catolicismo el paso del tiempo no ha sido en vano y es innegable la decadencia de su influencia. En el seno de la Iglesia la crisis se expresa con un creciente vaciamiento, abandonada por millones que ven como obsoletas muchas de las ideas que predica; con una “crisis de las vocaciones” sacerdotales, profesión a la que aspiran cada vez menos jóvenes; con un choque creciente entre las normas dictadas desde el Vaticano y el real comportamiento de la mayoría de los católicos practicantes, en temas como: la anticoncepción, el aborto, el divorcio, el papel de la mujer en la familia y la sociedad, la eutanasia, la clonación, etc.

La respuesta de la Iglesia a estos cambios no ha sido homogénea, y no puede serlo en una institución tan compleja que es, a la vez, un Estado presidido por un régimen monárquico, y una Iglesia compuesta por 1.000 millones de personas procedentes de todos los estratos sociales y culturas. La Iglesia católica no es, y nunca lo ha sido, homogénea. Como “estado espiritual” diversos partidos (así no se reconozcan bajo esa denominación) disputan el poder y la conducción, aunque prevalezca uno desde la silla de San Pedro. En diversos momentos de su historia, la lucha de clases que escinde la sociedad ha llegado a su seno, provocando realineamientos, conflictos y confrontaciones internas. La actualidad no escapa a esta situación.

Recordemos que, a lo largo de la Edad Media europea, cuando la Iglesia era el principal poder espiritual y político, solían confrontarse constantemente el bajo clero y las jerarquías en los conflictos sociales que surgían entre campesinos de la gleba y la nobleza, los cuales se expresaron en múltiples “herejías” condenadas y perseguidas en aquella época.

La Reforma fue una de aquellas herejías que expresó el conflicto entre el sistema feudal decadente, defendido por el alto clero, y una revolucionaria clase capitalista, al frente de los oprimidos, que pugnaba por una nueva sociedad, defendida por el bajo clero. Lutero y Tomas Münzer, en Alemania, representaron dos alas políticas, sociales y religiosas del frente confrontado con el feudalismo, como bien analiza Federico Engels en Las guerras campesinas en Alemania.

En Hispanoamérica vimos repetido este fenómeno durante la conquista, cuando curas como De Las Casas defendieron los derechos humanos de los pueblos indígenas diezmados por los españoles, mientras que jerarcas de la Iglesia dudaban si los indios tenían alma, legitimando con ello los crímenes de los conquistadores.

Las guerras de la Independencia hispanoamericana fueron apoyadas por curas progresistas, como Morelos en México, confrontados con las altas jerarquías que defendieron la monarquía hasta el último momento. Más recientemente, asistimos al sacrificio personal de sacerdotes como Camilo Torres, en Colombia, o los obispos Arnulfo Romero en El Salvador y Gerardi en Guatemala, asesinados por militares genocidas por defender los derechos de sus pueblos; mientras otros obispos ligados a las clases gobernantes bendicen a los opresores.

Concilio Vaticano II, inicio de una reforma progresiva

La Iglesia católica del siglo XX se vio forzada a considerar la necesidad de cambiar para no ver mermado su poder e influencia, tras salir muy desprestigiada de los papados de Pío XI y Pío XII, aliados de los regímenes fascistas de Mussolini y Hitler.

Esos primeros y moderados cambios, fueron iniciados por Juan XXIII y Pablo VI, fructificando en el llamado Concilio Vaticano II (1962-1965). A decir de Leonardo Boff, la renovación de la Iglesia propuesta en aquel Concilio asumió como lema: “no más el anatema sino la comprensión, no más la condena sino el diálogo”.

Este objetivo del Concilio Vaticano II se expresó en los años sesenta y setenta en un gran abanico de cambios internos: desde los formales, como dar las misas en las lenguas comunes y no en latín; una democratización interna de la institución, dando mayor peso a la colegialidad episcopal y a los consejos presbiteriales; la apertura a un diálogo ecuménico con otras iglesias; y, lo más importante, una actitud crítica frente a las miserias que producidas por el capitalismo en el mundo subdesarrollado, lo que dio pie a la doctrina de la “Opción Preferencial por los Pobres” y al nacimiento del gran movimiento latinoamericano denominado la Teología de la Liberación.

Los reaccionarios conspiran

Los cambios a los que dio origen el Concilio eran una especie de Reforma sin cisma y, como era de esperarse, fueron mal recibidos por el sector más conservador de la Iglesia en todo el mundo, muy vinculada con las élites gobernantes, en especial por la burocracia curial asentada en el Vaticano. Diversos sectores de la derecha de la Iglesia empezaron a converger en torno a un proyecto que les permitiera desplazar a los renovadores y retrotraer muchos de los pasos a la modernización adoptados en los sesenta. Para ellos, la Iglesia y su doctrina se estaban contaminando de ideas marxistas.

El cardenal norteamericano Paul Marcinkus, quien se haría célebre con la quiebra fraudulenta del Banco Ambrosiano, jugó un papel decisivo en este sentido. Marcinkus, según demostró la fiscalía italiana, en su condición de director del Banco del Vaticano, había tejido fuertes lazos con sectores empresariales y de la mafia italiana y norteamericana, como la logia masónica “P-2”, a los que le había permitido lavar dinero durante diez años. Una alegoría de estos hechos puede apreciarse en la afamada película El Padrino III.

Estos nexos saldrían a la luz en los años 80 con una investigación judicial que puso al desnudo el financiamiento de la mafia de los más connotados políticos italianos, en especial de la Democracia Cristiana. Posteriormente Marcinkus sería condenado a prisión preventiva por su papel en los manejos ilegales del Banco Ambrosiano.

También cobró fuerza en el ala anticomunista de la Iglesia católica una secta pseudo secreta y muy poderosa de origen español: el Opus Dei (la Obra de Dios). El Opus fue creado por el sacerdote español José María Escrivá de Balaguer en 1928. Escrivá y su “obra” tuvieron un papel relevante en el apoyo del régimen semifascista del dictador Francisco Franco. Escrivá influyó sobre el dictador para el restablecimiento de la monarquía en España y la Obra asesora directamente al rey Juan Carlos I. Su objetivo proclamado es acabar con el estado laico y construir un estado confesional (“Cujus regio, ejus religio”).

Para alcanzar este objetivo, el Opus recluta adeptos entre las élites empresariales y políticas, funcionando como una especie de logia secreta que prohíbe estatutariamente a sus miembros reconocer su filiación públicamente. La Obra ha visto crecer su influencia dentro de la Iglesia, en especial bajo el papado de Juan Pablo II, en cuya elección tuvo un papel decisivo. Se estima que está compuesta en la actualidad por unas 80.000 personas.

Cónclave de 1978, renovadores vs reaccionarios

El choque entre renovadores y reaccionarios se dio en el Cónclave que siguió a la muerte de Pablo VI en 1978. Las figuras que encarnaron ambas alas políticas fueron: por los renovadores, el cardenal italiano Albino Luciani, y Karol Wojtyla por la derecha reaccionaria. Mientras que Luciani era un renovador moderado, que se proponía mantener el curso de las reformas del Concilio Vaticano II, y fue apoyado por Giovanni Bennelli, hombre de confianza de Pablo VI; Karol Wojtyla, con fuertes relaciones con el Opus Dei, estaba vinculado a los círculos de poder de Washington, que le habían apoyado durante su obispado en Cracovia, Polonia, como parte de la Guerra Fría contra la influencia soviética en dicho país.

El cardenal Wojtyla se relacionó con los altos mandos de la política norteamericana a través del cardenal Krol de Filadelfia, amigo íntimo de Zbigniew Brzezinski, ambos de origen polaco, éste último Consejero de Seguridad del presidente Jimmy Carter. Brzezinski, admirador de Henry Kissinger, postulaba la idea de debilitar a la URSS fortaleciendo la ofensiva ideológica y política en su área de influencia. En Polonia el catolicismo era clave, y un Papa polaco ayudaría grandemente a Estados Unidos en ese objetivo, como más tarde se demostró.

Pero, en un primer momento, los renovadores ganaron y fue electo Papa el cardenal Luciani, quien asumió bajo el nombre de Juan Pablo I, como homenaje a sus antecesores, Juan XXIII y Pablo VI, lo que indicaba una intención de continuidad con la política reformista que ellos impulsaron. Si bien los objetivos del papado de Juan Pablo I eran bastante moderados, y claramente no pertenecía al ala izquierda de la Iglesia, la Teología de la Liberación, aparentemente se propuso la destitución del poderoso cardenal Marcinkus de la dirección de las finanzas del Vaticano. Ya en 1972, el cardenal Luciani se había confrontado con Marcinkus por la privatización de la Banca Católica del Véneto en favor del banco Ambrosiano.

Se especula que este intento de destitución pudo ser el “error” de Juan Pablo I, ya que su gestión duró apenas 33 días, muriendo en circunstancias extrañas. Las suposiciones de un envenenamiento del Papa cobraron fuerza cuando el secretario de Estado del Vaticano, Jean Villot, se negara a realizar la autopsia de Juan Pablo I. “Debo reconocer con cierta tristeza que la versión oficial entregada por el vaticano despierta muchas dudas”, señaló el cardenal brasileño Aloisio Lorscheider en 1998, refiriéndose a estos hechos.

Muerto Juan Pablo I, el camino quedó abierto para que Karol Wojtyla, de la mano de Marcinkus, el Opus y la iglesia norteamericana, llegara al papado bajo el nombre de Juan Pablo II. El sector reaccionario a los cambios introducidos por el Concilio Vaticano II finalmente se había hecho con el poder y empezó un trabajo de zapa para debilitar y neutralizar a los reformistas.

Juan Pablo II acalla a la Teología de la Liberación

A decir del teólogo Rubén Dri (Juan Pablo II, el retroceso) el primer objetivo que se fijó Juan Pablo II fue la liquidación del diálogo y la apertura democrática dentro de la Iglesia introducidos por el Concilio. La “recuperación de la obediencia”, al Papa y a la burocracia curial, fue la insignia fundamental, debilitando la autonomía de los obispados y acallando a los sectores más renovadores.

Las primera víctima de esta política fue el ala de la Teología de la Liberación: se recortó la diócesis del cardenal brasileño Arms, que fue el primero en acoger a las Madres de Plaza de Mayo que denunciaban la desaparición de sus familiares a manos de la dictadura, a quienes la iglesia argentina, comprometida con los militares, se negaba a reconocer; se controló al obispo Méndez Arceo de Cuernavaca, comprometido con los movimientos populares, y se le forzó a una jubilación acelerada, cosa que no se hizo nunca con los obispos derechistas.

Cuando el obispo de San Salvador, Oscar A. Romero, fue al Vaticano a denunciar la persecución que sufría fue prácticamente echado por Juan Pablo II y conminado a entenderse con la dictadura salvadoreña; se cortaron los financiamientos y forzó al cierre del Instituto teológico de Estudios Superiores (ITES), de México, por estar comprometido con la Teología de la Liberación.

Otras víctimas notables de la política verticalista de Juan Pablo II fueron: el afamado teólogo brasileño Leonardo Boff, a quien el cardenal Ratzinger ordenó “votos de silencio”, frozándolo a abandonar el sacerdocio; el obispo Gustavo Gutiérrez del Perú, a quien se cataloga de “padre de la Teología de la Liberación”; el cura-poeta nicaragüense, Ernesto Cardenal, regañado personalmente por el Papa; y el erudito teólogo alemán Hans Kung, uno de los inspiradores de las reformas del Concilio Vaticano II.

Todos ellos fueron silenciados, vituperados y aislados de la Iglesia. Los más eminentes dirigentes de la Teología de la Liberación y defensores de las reformas, no supieron o no quisieron responder a la persecución montada por el propio Papa, prefiriendo temerosamente reducirse a la obediencia, conscientes de que cualquier resistencia conduciría indefectiblemente a un nuevo cisma.

Rubén Dri, cita la Instrucción sobre la vocación eclesial del teólogo, redactada por Joseph Ratzinger en 1990, para acallar a todos los disidentes dentro del clero. Allí se dice: “No se puede apelar a los derechos humanos para oponerse a las intervenciones del Magisterio”, es decir de la Jerarquía. También: “La libertad del acto de fe no justifica el disenso…, de ningún modo significa libertad en relación a la verdad”, la cual es monopolio del Papa y sus asesores, a quienes Dios ha transmitido su “infalibilidad”.

El Papa del Opus Dei

Juan Pablo II, como era de esperarse, tuvo una actitud diametralmente opuesta con la ultraderechista secta del Opus Dei. Sus más importantes miembro fueron promovidos a los puestos destacados en el Vaticano: Joaquín Navarro-Valls, portavoz oficial del Papa; Angelo Sodano, secretario de Estado; Ratzinger, un papable ahora, jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe (o Santo Oficio, antes la Inquisición); el cardenal Julián Herranz, fiscal del Vaticano; el cardenal López Trujillo, jefe del Consejo Pontificio para la interpretación de los Textos Legislativos; Dionigi Tettamanzi, otro papable, obispo de Milán, etc.

Juan Pablo II dio tal preeminencia al Opus Dei, que le concedió la categoría de “Prelatura Apostólica”, con lo cual todas sus actuaciones escapaban al control de los obispos locales, pues sus miembros sólo tendrían que rendir cuentas ante el propio Papa. Además, de manera inusual concedió la “santidad” expedita al fundador del Opus, José M. Escrivá de Balaguer, desoyendo la oposición de miles de personas que cuestionaron la trayectoria de este “asesor” del dictador Francisco Franco. Pese a las miles de solicitudes, Juan Pablo II no tuvo la misma actitud con el martirizado obispo salvadoreño, Oscar Arnulfo Romero.

En su largo papado, Wojtyla concedió cientos de beatificaciones, pero todas ellas con un claro sesgo político a la derecha, mientras los curas católicos víctimas de los militares en Latinoamérica fueron ignorados.

Juan Pablo II, el mejor aliado de Estados Unidos

La influencia del Opus fue muy clara en la política exterior que siguió el Vaticano. Existió un reconocido pacto con Washington y la CIA, hacia Europa del Este, y en especial en Polonia. En la encíclica Centesimus annus, Juan Pablo II hizo una exaltación del capitalismo y el libre mercado, declarando la guerra al comunismo. Se bendijo “el carácter natural del derecho a la propiedad privada”; se habló de la supuesta existencia de un “capitalismo bueno”; contrariando el principio cristiano de “perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores” se pasó al criterio de que “es ciertamente justo el principio de que las deudas deben ser pagadas”.

Pese a alguna que otra obligada frase en favor de los pobres y oprimidos, Juan Pablo II se pronunció claramente por el sistema capitalista: “Después del fracaso del comunismo”, se pregunta si el capitalismo es la alternativa para el “Tercer Mundo”. Y responde: “Si por capitalismo se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, de la libre creatividad en el sector de la economía, la respuesta es ciertamente positiva, aunque quizá sería más apropiado hablar de Economía de empresa, economía de mercado o simplemente economía libre”.

También avaló el neoliberalismo cuando más estragos causaba en el mundo: “Da la impresión de que, tanto a nivel de las naciones, como de las relaciones internacionales, el libre mercado sea el instrumento más eficaz para colocar los recursos y responder eficazmente a las necesidades”.

¿Qué hacer frente a los males e injusticias del sistema capitalista? Al igual que la Iglesia de la Edad Media, Juan Pablo II predica la sumisión a los poderes terrenales y la espera de la redención en la “otra vida”. Porque, según él, “el hombre creado para la libertad lleva dentro de sí la herida del pecado original que lo empuja continuamente hacia el mal y hace que necesite la redención”, por lo tanto hay que apartarse de quien “cree ilusoriamente que puede construir el paraíso en este mundo”.

Por todo ello, constituye un absurdo, casi un chiste, que Fidel Castro haya dicho ante las exequias de Juan Pablo II que: “Mientras leía los documentos del Papa Juan Pablo II, descubrí una COINCIDENCIA TOTAL entre sus planteamientos teóricos y los míos”, calificándolo como un “hombre excepcional”, que “tanto se opuso a la guerra y el imperialismo”, que condenó el “capitalismo salvaje” y pregonó la “globalización de la solidaridad”.

Pese a una condena tímida y obligada de la invasión norteamericana contra Irak, Juan Pablo II mantuvo su aval sobre la política norteamericana para Oriente Medio, lo cual se ratificó con la asistencia personal de la familia Bush a sus funerales. También hizo escándalo su defensa del general Pinochet cuando estuvo detenido en Inglaterra, apelando por su liberación; su apoyo al arzobispo de Boston, condenado por la opinión pública y los tribunales por encubrir miles de casos de pederastia de curas norteamericanos contra menores de edad.

En sus últimos días, Juan Pablo II defendió a un oscuro capellán del ejército argentino, que manifestó que el ministro de salud debía ser arrojado al mar con una piedra amarrada al cuello por repartir condones a los jóvenes, en clara alusión al método usado por la dictadura argentina para exterminar a sus opositores.

Progresista en la forma, reaccionario en el dogma

Se puede apreciar que, mientras que por la forma Juan Pablo II adoptó un estilo aparentemente moderno (viajes, actos de masas, uso de los medios); por el contenido, la doctrina católica dio un retroceso a criterios ultraconservadores. Este retroceso no se limitó al plano político y social, liquidando “la opción preferencial por los pobres” que heredara de Pablo VI, sino que se concentró sobre los valores más íntimos y familiares, siendo las mujeres y los jóvenes sus principales víctimas (Encíclica Evangelium Vitae, 1995).

En el plano familiar, la doctrina ultraconservadora de Juan Pablo II está en creciente conflicto con la realidad practicada por la mayoría de los católicos. Se mantuvo en el rechazo absoluto del derecho al divorcio, pese a que ya es usual entre millones de fieles; condena de toda forma de anticoncepción, que no sea el método del ritmo, aunque la mayoría de las católicas no hagan caso. Ni hablar de la condena al aborto, ni siquiera en casos terapéuticos o por motivo de abusos sexuales.

A la juventud católica, cada vez más desinhibida frente a las costumbres sexuales, predicó la abstinencia, incluso de la masturbación. Se califica las relaciones homosexuales como anatema, ni hablar del “matrimonio gay”. Así mismo se condena el uso del condón, pese a la pandemia del SIDA que cobra millones de víctimas, sobre todo en Africa. Se rechazan por completo los estudios genéticos y la clonación, pese a que en ellos está el futuro de la medicina.

Para las mujeres: sumisión, virginidad y maternidad

La Iglesia dirigida por Juan Pablo II desarrolló una lucha titánica y fructífera en muchos lados contra las reformas en favor de la educación sexual de los adolescentes, así como un ataque despiadado contra los servicios de salud a la mujer y sus derechos sexuales y reproductivos, tanto a nivel de gobiernos como en organismos internacionales. Su combate contra el protocolo de Naciones Unidas sobre los derechos de la mujer (CEDAW) es generalizado y recibe el apoyo activo tanto de gobiernos como el de George W. Bush, como de las iglesias musulmanas, que en esto se dan la mano.

En este sentido, una de las últimas acciones de Juan Pablo II fue la ratificación de la “Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo”, redactada por Ratzinger y publicada en julio de 2004. Esta carta constituye una condena del feminismo, un cuestionamiento sobre el concepto de género y una apelación a la mujer tradicional, sumisa y sometida, encasillada entre la virginidad y la maternidad, cuyo modelo mítico es la Virgen María.

“Entre los valores fundamentales que están vinculados a la vida concreta de la mujer se halla lo que se ha dado en llamar la “capacidad de acogida del otro”. No obstante el hecho de que cierto discurso feminista reivindique las exigencias “para sí misma”, la mujer conserva la profunda intuición de que lo mejor de su vida está hecho de actividades orientadas al despertar del otro, a su crecimiento y a su protección”, se lee en la carta.

“Esta intuición está unida a su capacidad física de dar la vida. Sea o no puesta en acto, esta capacidad es una realidad que estructura profundamente la personalidad femenina. Le permite adquirir muy pronto madurez, sentido de gravedad de la vida y de las responsabilidades que esto implica. Desarrolla en ella el sentido y el respeto por lo concreto, que se opone a abstracciones a manudo letales para la existencia de los individuos y la sociedad” (!!).

La carta de Juan Pablo II y Ratzinger caricaturiza las reivindicaciones feministas, reduciéndolas a una supuesta “lucha de sexos”, “que considera a los hombres como enemigos que hay que vencer”. Hablando de “valores femeninos”, se exalta el mito de María La Virgen, y se propone a la mujer de hoy un modelo pasivo basado en: “escucha, acogida, fidelidad, alabanza y espera”. Por que esta ““pasividad” es en realidad el camino del amor, es poder real que derrota la violencia, es “pasión” que salva al mundo del pecado y de la muerte y recrea a la humanidad”.

Y, por si quedaran dudas, se recalca en la conclusión: “También la mujer, por su parte, tiene que dejarse convertir, y reconocer los valores singulares y de gran eficacia de amor por el otro del que su feminidad es portadora”.

Si bien la carta reconoce el derecho de la mujer a acceder al mundo del trabajo, en una igualdad mediatizada por el modelo antes descrito, no reconoce este derecho a lo interno de la propia Iglesia, donde siguen jugando un papel de segundonas: “En esta perspectiva también se entiende que el hecho de que la ordenación sacerdotal sea exclusivamente reservada a los hombres no impide en absoluto a las mujeres el acceso al corazón de la vida cristiana. Ellas están llamadas a ser modelos y testigos insustituibles para todos los cristianos de cómo la Esposa debe corresponder con amor al amor del Esposo”.

Los renovadores obligados a luchar o morir

En resumen, los 27 años de papado de Juan Pablo II significaron un retroceso con respecto a los intentos de modernización del Concilio Vaticano II; un control de la Iglesia por sus sectores más reaccionarios y derechistas, encarnados en el Opus Dei ; la neutralización de los sectores renovadores y los más comprometidos con los movimiento sociales, encabezados por la Teología de la Liberación; un retroceso en la democracia interna y a nivel doctrinal en todos los ámbitos; y un alineamiento permanente de la cúpula de la Iglesia con el imperialismo norteamericano y el neoliberalismo.

La pregunta del momento es si la Iglesia católica, sometida a la elección de un nuevo Papa, será capaz de retomar el camino reformista o seguirá la senda reaccionaria de Juan Pablo II. Pese a que en los pasillos del Cónclave, del que saldrá el sucesor, se habla de confrontación entre renovadores y dogmáticos, la realidad es que será muy difícil para los primeros acceder al trono de Pedro, pues el recién fallecido preparó este momento reescribiendo el Derecho Canónigo, pautando los procedimientos de la elección y elevando a cardenales a una pléyade de sus partidarios.

Sin embargo, que sea difícil, no significa que los católicos conscientes y comprometidos con las causas de los oprimidos y los pobres no deban asumir la responsabilidad de luchar por el cambio dentro de la Iglesia, derrotando a los reaccionarios aliados de los explotadores. No hacerlo sería renunciar a su deber cristiano, al verdadero cristianismo de los que sufren, no el cristianismo de la pompa y el lujo. Renunciar a dar esa lucha, aunque lleve al cisma, es una necesidad de vida o muerte para los católicos progresistas. Y nuestro deber, como socialistas y revolucionarios no católicos, será acompañarles y apoyarles.

Nota de redacción:

Este artículo fue realizado antes de la elección del nuevo Papa Benedicto XVI (Joseph Ratzinger), con lo cual el interrogante del autor, sobre el camino a tomar por la Iglesia de retomar el camino reformista o seguir la senda reaccionaria de Juan Pablo II, ha sido revelada. Se optó por la segunda.

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El Papa Conoce El Lado Oscuro Del Opus Dei

febrero 4, 2007

Reedición ampliada.

Primera edición en Opus Libros, el 27-10-2006.

Ivan de ExOpus

Muchos de los que hemos dejado la Obra —no sólo físicamente, sino también con la cabeza— somos conscientes de una faceta deplorable de la Institución, que se traduce, entre otros aspectos, en la instrumentalización para sus fines egoístas de las personas y de los medios sobrenaturales que emplea, en el pisoteo de los derechos humanos, en la incapacidad para aceptar y, por tanto, para corregir sus errores cuando se le manifiestan, etc.

Ante esa situación cabe preguntarse: ¿Conocerá la jerarquía eclesiástica al Opus Dei completo, y no sólo al maravilloso que él le muestra? ¿Estará el Papa al tanto de la peligrosidad que la Obra supone para las personas y para la Iglesia?…

En este escrito vamos a estudiar si el Santo Padre, Benedicto XVI, conoce esa realidad negativa que impregna al Opus Dei.

El Opus Dei es uno de los nuevos movimientos de la Iglesia. Eso no lo discute nadie. Pues bien, el 27 de mayo de 1998, el actual Papa, siendo entonces cardenal, proclama una conferencia sobre los movimientos eclesiales. En ella nos avisa de los peligros en los que pueden caer esos grupos. Leámoslo:

Aquí aparecen con claridad tanto los peligros como los caminos de superación que existen en los movimientos. Existe la amenaza de la unilateralidad que lleva a exagerar el mandato específico que tiene origen en un período dado o por efecto de un carisma particular. Que la experiencia espiritual a la cual se pertenece sea vivida no como una de las muchas formas de existencia cristiana, sino como el estar investido de la pura y simple integralidad del mensaje evangélico, es un hecho que puede llevar a absolutizar el propio movimiento, que pasa a identificarse con la Iglesia misma, a entenderse como el camino para todos, cuando de hecho este camino se da a conocer en modos diversos. (Los movimientos eclesiales y su ubicación teológica.Card. Ratzinger)

Lo expuesto por el Papa se puede condensar en que el grupo (la parte) se vivencia como la Iglesia (el todo):

1- Exagera el mandato especifico, se hace depositario del único camino posible para sus miembros (unilateralidad), que entre otros efectos supone que quien lo abandona pierde la Buena Nueva de Cristo por estar el movimiento investido de la integralidad [totalidad] del mensaje evangélico; en vez de verse a sí mismo como lo que en realidad es: como una de las muchas formas de existencia cristiana. Para ellos quienes se marchan de la institución abandonan a Dios, por lo que son unos Judas, candidatos seguros a la infelicidad temporal y a la condenación eterna.

2- Se identifica con la Iglesia misma, pasa a entenderse como el camino para todos. La mínima crítica al grupo en algo accidental es considerada por los suyos como un pecado horrible, porque para ellos supone atacar a la Iglesia (por ejemplo con frases como: “Quien ataca al Opus Dei ataca a la Iglesia”, que hemos leído con frecuencia en esta Web). Para un movimiento de este tipo, es la suya la última palabra en la aplicación de la liturgia, de las costumbres, en la interpretación de la moral, etc.; lo que le lleva a considerar equivocada cualquier otra voz eclesial que no coincida con él. Etc.

Ese párrafo del Papa que hemos comentado resume perfectamente lo que expuse en mi trabajo anterior «Nuevas Herejías». Allí mostré como todos los males del Opus Dei tienen su raíz en el pecado de identificarse con la Iglesia misma. Que es también la razón por la cual se siente con la libertad de hacer lo que le da la gana, sin recapacitar en que pueda haber pecado en ello, ya que la Divinidad (la Obra) no puede pecar.

Por otra parte, lo contado ahí por el Papa (entonces cardenal) no es una idea momentánea, algo pasajero en su sentir, sino que por el contrario es una preocupación constante en él, pues cinco años después (5-9-2003) lo repite en una entrevista concedida al canal católico EWTN:

Raymond Arroyo: Así es. ¿Ve a los movimientos en la Iglesia como parte de esa conversión? ¿Existe el peligro de que nos dejemos envolver por este competitivo hecho, si lo ve así, de que todos debamos ser parte de ellos para ser católicos en serio?

Cardenal Ratzinger: Sí, por un lado soy muy amigo de estos movimientos […] Por otra parte, creo que es importante que estos movimientos no se cierren sobre sí mismos o se absoluticen. Tienen que entender que si bien son una manera, no son “la” manera; tienen que estar abiertos a otros, en comunión con otros. Especialmente debemos tener presente y ser obedientes a la Iglesia en la figura de los obispos y del Papa. Sólo con esta apertura a no absolutizarse con sus propias ideas y con la disposición para servir a la Iglesia común, la Iglesia universal, serán un camino para el mañana.

Lo visto supone que el cardenal Ratzinger había descubierto en el interior de los nuevos movimientos de la Iglesia la existencia de todo aquello en lo que el Opus Dei peca, por eso les previene, para que no caigan en esa trampa.

Se puede objetar que el Papa descubrió esos males en otros grupos distintos a la Obra, y no en ella. Mas aunque así fuera, aunque lo hubiera hallado en otro movimiento, lo propio es que una vez encontrado en uno lo busque en los demás, puesto que todos ellos comparten el mismo peligro. Y como esa realidad existe en el Opus Dei, el Papa ha tenido que descubrirla en él.

Por lo que concluimos que Benedicto XVI es consciente de las facetas perjudiciales de la Obra. Lo que no sabemos es hasta que punto -en extensión y profundidad– llega su visión del lado oscuro del Opus Dei. Mas para que lo descubra es imprescindible que antes sea mostrado por quienes lo conocen. Ése es uno de los motivos que me llevan a escribir aquí.

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Reflexiones Sobre El Opus Dei Y Las Sectas (I)

enero 14, 2007

Varios autores.

Si no somos claros respecto a las complejas situaciones sicológicas que crea la obra, que se entienden perfectamente considerando a la prelatura como una secta destructiva, nos quedamos con visiones dualistas que no aclaran nada y nos hacen juzgar injustamente las intenciones de personas que también son victimas del mismo fraude que ayudan a sostener (los directores) (Fuente I. Australopitecus).

Si los directores son inocentes o no, no lo sé… pero sí sé que a medida que pasan los años dentro de la obra, los numerarios (y en menor medida también los demás miembros de la obra, y cuando digo numerarios incluyo también a las numerarias y numerarias auxiliares) vamos perdiendo de a poco el dominio de nuestra persona… de a poco, a fuerza de vivir consultando hasta lo más mínimo, sea de carácter práctico o de vida interior, vamos desarrollando el hábito de vivir desde fuera de nosotros mismos… y a medida que el hábito se arraiga dejamos de poseernos a nosotros mismos y empezamos a vivir alienados… No nos poseemos a nosotros mismos y no tenemos acceso a nuestra propia conciencia… siempre queda un cierto resto.. de hecho es desde ese resto desde donde tomamos la decisión de irnos y abandonar nuestros compromisos con la prelatura…

Todos hemos experimentado, además de una gran paz, como, a medida que pasan los meses desde nuestra salida, vamos recuperando de a poco ese mundo interior nuestro y vamos viviendo más como «nosotros mismos»… en una mayor y más profunda posesión de nuestro propio yo… Esa es, a mi juicio, la mayor prueba de que la Obra es una secta. Porque solo una secta puede enajenar a las personas al modo con que lo hace la obra. (quién lo hubiera dicho jamás… que yo iba a estar diciendo a los cuatro vientos que la obra es una secta… pero es que no puede explicarse de otro modo) Se predica hasta el hartazgo sobre la libertad y vivir en conciencia, pero después se las manipula desde muy adentro hasta conseguir la más completa alienación. Es por eso que creo que muchas personas en los cargos de dirección son inocentes porque no se poseen a sí mismas, no actúan en total posesión de sus conciencias, no son libres en serio… Pero no los eximo de toda responsabilidad en ese proceso, porque los que nos hemos ido probamos con nuestra propia historia que ese mecanismo de alienación es reversible y todos experimentamos que hay un momento en que optamos entre ver o cerrar los ojos… algunos los cierran por miedo (como lo muestra Agustina en su artículo), otros por comodidad, otros por mil motivos varios… Los que optamos por mantenerlos abiertos y seguir la voz de nuestra conciencia por débil que se sintiera hemos recibido el premio de respirar otra vez el aire puro de la libertad (Fuente II. Jacinta Unzué).

Otra cuestión que ayuda a la confusión es que habitualmente estos profetas difunden verdades comprobables por cualquier persona (verdades naturales) y que hacen difícil debatir con ellos, ¿quién puede negar que matar es malo? o ¿que la verdad nos hará libres? y esconden en sus argumentos otras verdades menos comprobables (por no decir fábulas y mentiras) que no tienen nada que ver con la realidad moral. Pero lo peor es cuando se inventan argumentos para influir en las decisiones morales de los demás, ahí esta el problema. Y este problema no es solo de las religiones reveladas, es también el de las ideologías políticas y sociales e incluso es el de las sectas destructivas. La idea de fondo es aceptar una serie de ideas reveladas solamente a algún líder, que no necesariamente esta vivo ya que a esta serie de personas le aparecen sucesores muy fácilmente, que son incuestionables y que le aseguran la superioridad moral a todo el que pertenezca al grupo iniciado por el lider. Pero las ideas contienen obligaciones morales que violan la dignidad humana propia y ajena y que son incuestionables por el solo hecho de ser reveladas (Fuente III. Australopitecus).

Pienso que los que hemos sido numerarios tendemos a perdernos demasiado en las elucubraciones y en las palabras. Lo digo porque nos tragamos tanto todos los cuentos de la «formación» que se ve que cuesta desprenderse y abrir los ojos a la realidad y que con frecuencia la gente que nunca ha estado dentro entiende mejor ciertas cosas que los que sí estuvimos.

Una vez más insisto porque veo que algunos siguen interviniendo como si la vocación al opus fuera lo que nos dijeron que era. La vocación de numerario es sólo que ellos comprueban que por familia, «posición social», inteligencia, salud, cierta presencia, «posición económica» y educación católica eres una persona que les puedes hacer el papel. Pero 1º las vocaciones en la vida no son como el opus las plantea, «si no haces esto le das la espalda a Dios», y 2º no deberíamos de caer en la falacia de poner en el mismo nivel la vocación de cura y el hacerse numerario. Meterse en el seminario es una opción que alguien puede hacer, tras un proceso de discernimiento y una vez dentro no se le amenazará con el infierno si se sale.

Pero meterse en el opus no es meterse en el opus. Meterse en el opus es ser metido con engaño, aprovechando la inocencia del adolescente y, por desgracia, aprovechando también la ignorancia tan grande que aún hoy existe en España de lo que es verdaderamente esa secta (Fuente IV. Ana Azanza).

Y ese catalizador, o esa persona que lo ayuda a uno, fueron para mi opuslibros (80%) y una persona dentro de la Obra que me ayudo de verdad (20%). Si no hubiera tenido acceso a una información tan bien sustentada sobre la naturaleza sectaria de la Obra y a los testimonios aqui publicados no hubiera tenido el coraje para enfrentarme a la Institución y plantear sin muchas dudas mi salida de la Prelatura a los directores. Aun hoy en día me sorprendo de que solo me tomo seis meses llegar a escribir mi petición de dispensa desde que «conecte» con opuslibros, es todo lo que uno puede hacer con el miedo que le meten a uno (aunque llegue a pensar escaparme del centro cuando llegue a pensar que el tramite de la dispensa se demoraba demasiado, al final solo fueron dos meses). Por supuesto que mi proceso de desencantamiento con la Obra ya estaba muy avanzado, pero aun con todas las estupideces que uno ve dentro de la Obra es muy difícil salirse ya que muchas de las trampas sicológicas de la Institución son montadas cuando uno esta muy joven. Además, en mi caso, yo era muy vulnerable en mi adolescencia porque mi familia siempre ha sido algo disfuncional y eso le pesa a uno demasiado. (Fuente V. Australopitecus).

Una vez que se ha visto el engaño sufrido, la extorsión, el toreo, el grandísimo cuento que se traen con su santificación del trabajo personas que se quejan cuando se les hace barrer una vez por semana, y la trampa de una supuesta vocación, que repito una vez más NO EXISTE, ¿qué importa lo que digan, lo que piensen, lo que hagan? ¿qué se puede esperar de gente que vive en la mentira y alimenta esa mentira con cada gesto?

¿Qué afecto se puede esperar de gente que ha aplastado su conciencia y su corazón en beneficio de un sistema? ni para los que se van ni para los que se quedan.

Lamento lo que se ve tantas veces en esta web, tanto entre los que se han ido como entre los que se acercan a la secta, que nos conformemos con el simulacro de afecto. En el opus es lo que hay «simulacro»(Fuente VI. Ana Azanza).

El Opus Dei, en mi opinión, tiene un patológico interés por los medios de comunicación, es como un perro que solo entiende a golpe de periódicos… y que ahora quiera quitarse su apelativo de «secta’ ganándose la amistad de obispos y cardenales para tener su propia parroquia […] sinceramente no logro distinguir su «ventaja competitiva» frente a las otras parroquias de buenos rumbos «(Fuente VII. D.L.).

Prácticamente todo lo que se dice en opuslibros sobre el opus salió a relucir: el opus como secta, re-escribir la historia, cambiar páginas de crónica o noticias, maquillar los documentos internos, la venta de acciones de empresas, fomentar los gustos de los cardenales, la captación de menores, la instrumentalización de la amistad, la anulación de la mente, el pensamiento único y anticuado en filosofía y teología de la Universidad de Navarra, el opus y Juan Pablo II, la turbosantidad, el opus y Ratzinger, la pérdida de influencia en el Vaticano, etc., etc. (Fuente VIII. Marco Polo).

Entonces caigo en la cuenta de que mi historia de como logre salir del opus dei esta muy relacionada con la existencia de opuslibros y con artículos bastante bien sustentados de por qué la obra se comporta y funciona como una secta en la practica. […] Pero entonces esto me confirma una de las características sectarias de la obra, y digo sectarias no como grupo de presión política sino como organización que utiliza métodos de manipulación sicológica para atemorizar a sus posibles disidentes dentro de la institución. La característica es jugar a que la obra nunca ha sido bien entendida o comprendida por los «enemigos de la religión» y personas que tienen una visión «reduccioncita» de la persona humana y desprecian los bienes espirituales. Y la verdad es que desde su punto de vista tienen la razón si uno insiste en permanecer en sus puntos de vista, pero lo cierto es que si la obra como se ha demostrado en muchos escritos de esta web viola los mismos derechos que la Iglesia le reconoce a sus fieles, aparte de que en el pasado violo directamente leyes civiles respecto a los asuntos económicos de sus «empleadas» numerarias auxiliares y hoy en día simplemente viola derechos humanos procurando cumplir bien las leyes de seguridad social respecto a ellas.

Pero hay que ser muy ciego para no ver que en la obra algo anda podrido cuando se necesita tanta consigna y tanta repetición de lo mismo día a día y año tras año para mantener a la gente que no es feliz a raya. (Fuente IX. Australopitecus).

Hola Lidia:

Te presento mi opinión sobre el tema de la posible «vocación» de tu hijo:

A los catorce años nadie tiene vocación al Opus Dei ni a las hermanitas de los pobres. Se pueden tener ilusiones, ideales, mucha ingenuidad y desconocimiento de la realidad. a esto, muchas veces, le han llamado «vocación». Hasta los 18 años cumplidos, la pluma quieta. Uno es menor de edad y no debe contraer ninguna obligación que hipoteque su futuro. Es preciso no cerrarse a un solo ambiente, a un grupo concreto, más claramente, a una secta.

Para los padres puede ser cómodo que su hijo se meta en este camino de las vocaciones, ya que gran parte de los problemas que la adolescencia lleva consigo desaparecen, ya que a la inseguridad propia de esta época, la Obra se encarga de llenarla de «seguridades»; pero esto tiene un precio: no se vive la adolescencia, la persona no va diseñando su personalidad y futuro con libertad, con errores y éxitos, sino que la Obra se encarga de darle sus pautas. Situación que lleva a muchos a desarrollar una personalidad artificial, llena de represiones y que necesita compensaciones, como el gusto por manipular a los demás. Fuera del Opus Dei hay riesgos, pueden salir las cosas bien o mal, pero dentro de la Obra, uno es un alien movido por los famosos «directores» . (Fuente X. Australopitecus).

Selección realizada por Iván.

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Sobre El Aspirante Al Opus Dei

enero 7, 2007

Ivan de ExOpus

Cuando murió Escrivá, su sucesor, don Álvaro, nos escribió una carta en la que nos comunicaba que era Cofundador del Opus Dei todo aquel que hubiera pedido la admisión hasta el 26 de junio de 1975, día de dicho fallecimiento. Con ese comunicado estaba haciendo público que en la Obra se considera a alguien como de ella cuando pide la admisión (escribe una carta solicitándola, a partir de los 14 años y medio) y no en las incorporaciones jurídicas posteriores, tal y como pretenden hacer ver a quienes les achacan que admiten menores en su seno.

Y esa captación de casi niños fue tolerada por la Iglesia hasta 1982, momento en el que el Opus Dei es constituido Prelatura personal. Entonces la Santa Sede obliga, por ley, a que no sea admitida en la Obra gente tan joven. Su Prelado, en vez de rectificar, se inventa la figura del «Aspirante al Opus Dei» para seguir haciendo lo mismo que antes, esto es, poder seguir manipulando a chicos inmaduros (desde los mismos 14 años y medio de siempre).

En una ocasión, hace tiempo, un ilustre gobernante del Opus Dei me planteó, en privado, la siguiente cuestión:

-¿Quiénes piensas que perseveran más, los que pitan [pedir por carta la admisión al Opus Dei] antes de cumplir los 18 años o los que pitan después?

Yo respondí que los que piden la admisión siendo ya mayores de edad, pero no. El índice de perseverancia es mayor entre aquellos que han sido seducidos a temprana edad. Este dato constituye el gran acicate para continuar con el modelo de captación de menores. Y hay que presionar a los menores de edad, hay que ejercer una auténtica coacción. No invento, no interpreto, no opino; expongo lo que se dice de puertas adentro.

El argumento es el siguiente: si la sociedad presiona a la juventud para que se emborrache, para que se drogue, para que utilicen su cuerpo como un instrumento de placer, ¿por qué no vamos nosotros a presionar a los jóvenes sobre los que tengamos influencia para que piten? Así como la sociedad impone a un chaval que mantenga relaciones sexuales a temprana edad y eso es malo, ¿por qué nosotros no podemos imponerles algo que es para su propio bien: la vocación a la Obra? Porque la tolerancia no puede ser un juego: si nosotros tenemos que ser tolerantes con la inmoralidad imperante en la sociedad, ¿por qué hay quienes no aceptan nuestro proselitismo?, ¿acaso es legítimo presionar para el mal y no para el bien?

Sobran los comentarios (Sobre la nueva casta de directores mediocres del Opus Dei. escriBa).

La inmoralidad de esa actuación está muy bien explicada por Alien en su Blog «Ensayos Liberales»:

Es una frase muy oída que el fin no justifica los medios, que para conseguir algo bueno no se puede realizar un acto malo. Pero, ¿por qué es así?

La razón es que lo malo nunca se debe ejecutar, siendo indiferente el para qué se haga. Cuando no es lícita una obra no se puede justificar su realización apoyándose en lo bueno que traerá consigo después. Para la ética es indiferente que se mate para el enriquecimiento del asesino o para que mil familias no se queden en paro. Como esta prohibido matar, no lo podemos hacer nunca, por lo que es implanteable el fin bueno que lo pretende justificar (El Fin No Justifica Los Medios. Alien).

El que haya gente que manipule a niños para el mal no santifica que el Opus Dei lo haga para el bien. Siempre es perverso aprovechar la inmadurez de una persona para privarla de su libertad, tanto si se hace para llevarlos a la droga, como para que hagan visitas al Santísimo.

El ejemplo lo tenemos en Cristo que siempre enseñó, mas nunca coaccionó. Y a su semejanza han de comportarse quienes se quieran llamar y ser sus discípulos.

Por último, un razonamiento. Sí por definición de la Prelatura todo católico laico es un aspirante al Opus Dei, ¿para qué hacer que alguien lo solicite por escrito? Y, ¿por qué sólo se aplica ese invento de aspirante a los menores de edad, por qué no lo puede pedir también alguien de 58 años?

La respuesta está en que esa figura artificial encierra una trampa. La trampa de violar con ella las disposiciones de la Iglesia en materia de protección a la juventud, tal y como hemos visto.

Iván.

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Dios Escribe Derecho En Renglones Torcidos

enero 4, 2007

Ivan de ExOpus

Don Álvaro del Portillo, primer sucesor de san Josemaría en el mando del Opus Dei, propuso a la Santa Sede como figura jurídica definitiva de la Obra que estuviera compuesta tanto por sacerdotes como por laicos (cum proprio populo). El Papa pidió opinión sobre el tema al resto de la Iglesia y ante esa posibilidad una mayoría de obispos y de conferencias episcopales del mundo saltaron con las uñas sacadas (ver Varias Conferencias Episcopales Se Oponen A Que El Opus Cambie De Estado Jurídico y Los Obispos Rechazan De Nuevo El Cambio De Estatuto Del Opus Dei).

Es curioso que mientras los sucesores de los apóstoles batallaban con el Vicario de Cristo en la Tierra para impedir que el Opus Dei les robara a los laicos de sus diócesis, los directores nos contaban a los de dentro que la Obra era «la institución más querida por la Iglesia».

Darle al Opus Dei sacerdotes y laicos propios era hacerla una iglesia paralela: un obispo a la cabeza con sacerdotes y laicos extendidos por todo el mundo que le deben obediencia. Ese estatus permitía con gran facilidad un cisma (que en cualquier momento el Opus Dei se separara de Roma). Por eso es por lo que el Papa no entregó los laicos de las diócesis territoriales a la Prelatura, y no por «la campaña de persecución de algunos contra el Opus Dei» que difunden los de la Obra.

Nunca sabremos sí Juan Pablo II quería entregar los seglares al Opus Dei o no, y sí en este último supuesto lo de la consulta a los obispos fue tan sólo una maniobra política suya para que fueran «otros» los que le resolvieran el problema mientras él continuaba siendo visto por los de la Obra como el «Papa Bueno» para el Opus Dei.

El caso es que ante ese clamor universal de oposición en hacer de la Prelatura personal del Opus Dei una iglesia paralela, Juan Pablo II no tuvo más opción que negarle a los laicos, razón por la cual el Opus Dei está formado «exclusivamente» por sus sacerdotes.

Pero es que esta situación es la muerte del carisma que supuestamente Dios le confirió al fundador de la Obra (ya que si la Iglesia no lo acepta es que no fue Dios quien lo inspiró), consistente en que el Opus Dei era una asociación de laicos en la que, por necesidad, tenía que haber algunos sacerdotes para administrar los sacramentos: El Opus Dei es una organización internacional de laicos, a la que pertenecen también sacerdotes seculares (una exigua minoría en comparación con el total de socios). (Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, punto 24.).

Lo que la Iglesia ha aprobado es justamente lo opuesto a lo diseñado por san Josemaría: que el Opus Dei es solamente sus sacerdotes y que los laicos pueden cooperar (orgánicamente) sin pertenecer a él.

Es admirable la Infinita Sabiduría de Dios, como es capaz de escribir derecho en renglones torcidos. Con que Soberana Inteligencia logra que el Papa más favorable al Opus Dei sea justamente, y por eso, quien le destruya.

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Como Ser Pillos Para Engañar Al Papa

enero 3, 2007

Satur.

En un UNIV asistió un estudiante joven, ¿qué habrá sido de él?, que no tenía ni idea no sólo de la opus de dei, sino de ná de ná. Estaba verdísimo en todo lo que se refería a la vida interior, la ascética, la mística, los medios necesarios para salvarse y las relaciones intratrinitarias. Ya digo, verde. Y durante la convivencia se le provocó un uñero en el dedo gordo del pie izquierdo. Alguien le vendó con unas gasas, y aquel vendaje parecía el turbante del Maharajá de Bramaputra. Algo muy aparatoso. Llegó la audiencia con el Santo Padre y al que le vendó el dedo gordo del pie no se le ocurrió mejor cosa que pedir una silla de ruedas y colocarse con el tío en primera fila, junto a los enfermos de verdad: parapléjicos, autistas… Efectivamente, el Papa, al terminar la audiencia, acostumbra a bajar y atenderlos uno a uno con un gesto de cariño. Todos los de nuestro grupo observábamos a nuestros dos hombres, en medio de esa primera fila, el uno con la pata chula, el vendaje que llegaba hasta el guardia suizo de la escalera, y el otro detrás con cara de buen samaritano. El Papa estaba por entonces ya mayor y apenas cruzaba palabra con nadie y se limitaba a una caricia, dejarse tocar la mano… hasta que llegó al Bramaputra. Alucinante: le abrazó, le acogió la cabeza en su pecho y le dio tres bendiciones. No una, no, ¡¡¡tres!!!. Nos quedamos todos a cuadros.

Por la noche, en la tertulia, le preguntamos el motivo de semejantes muestras de cariño y dedicación para con él. Y el tío, sin cortarse un pelo, nos contó “pues estaba yo viendo que se acercaba el Papa y pensaba en qué decirle y, en esto, que me fijo en el papel que nos dieron al entrar (un díptico donde estaba escrito el Ángelus, la Salve y alguna oración para seguir durante la ceremonia), y veo una frase que me gustó mucho “he aquí la esclava del Señor”, y me dije “pues le digo esto”. Y va el urco, coge la mano del Santo Padre y le dice así como muy dolido “he aquí el esclavo del Señor”.

El Papa, claro, un tipo que le dice que es el esclavo del Señor, con ese pedazo de vendaje y en silla de ruedas, debió de pensar que ese hombre tenía de todo: próstratra mórbida, cáncer terminal, anorexia nerviosa, microfimosis de Hopskins, alzheimer y almorranas… un retablo de dolores, un esclavo del cuerpo. Y le bendijo tres veces, le acogió en su seno y le consolólo como pudo. Así que para otra vez ya lo sabéis: uñero y silla de ruedas. Se moja fijo (Satur. A Quien Pueda Interesar, 31).

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Nuevo Boletín Mensual

diciembre 30, 2006

Nombre del Boletín: «ExOpus: Los Otros Del Opus Dei».

Dirección del Grupo: www.domeus.es/groups/exopus

Descripción: Boletín mensual para difundir el índice de los libros y escritos importantes sobre el «Otro» Opus Dei (con una breve reseña) aparecidos en Internet durante el mes anterior (no sólo los de ExOpus).

Con una periodicidad variable se mandarán números extraordinarios con objeto de que al final quede reseñado todo lo existente sobre el tema (añadiéndose de esta manera al primer envío, poco a poco, lo publicado con anterioridad a él).

No se descarta en el futuro la ampliación a otro tipo de noticias y servicios.

Para suscribirse por e-mail: exopus-subscribe@domeus.es

AVISO: Se ha de confirmar la suscripción reenviando el e-mail que recibes para ese fin. A veces se pierde el mensaje original porque hay servidores que lo consideran spam y lo filtran. Por tanto, sí en un plazo prudencial no recibís dicho e-mail (10 minutos, por ejemplo), lo mejor es que vayáis a la Web de Domeus y os inscribáis allí ya que a las 24 horas el servidor destruye automáticamente los mensajes no confirmados (sí pasa ese plazo os tenéis que inscribir de nuevo).

Para suscribirse a través de la Web o para consultas:

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Para enviar mensajes al Grupo: exopus@domeus.es

Los mensajes que mandéis no se publican (ya que sólo se hace con el Boletín), pero son un medio para contactar con los administradores.

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NOTAS:

1. El e-mail que recibáis lleva adjunto el Boletín en formato de libro electrónico (puede verse como una página Web en cualquier ordenador, sin necesidad de ningún otro programa). Para leerlo basta con hacer doble clic sobre él.

2. Los datos que aportéis en la inscripción (dirección de correo, nombre, etc.) son «absolutamente» confidenciales.

3. Por las fechas navideñas en que nos encontramos, y en espera de tener un número suficiente de suscriptores, el primer Boletín conteniendo las novedades de diciembre se enviará el día 7 de enero de 2007 a las 20:00 horas de España. Los siguientes se mandarán el día 1 de cada mes a las 07:00 horas.

4. Los suscritos pueden acceder a los envíos a través de la Web del Grupo en Domeus (antes hay que completar la inscripción allí), también se puede elegir leerlo (o descargarlo) en ese lugar y no recibirlo por e-mail.

5. El que tenga intención de suscribirse, que lo haga cuanto antes.

Ivan de ExOpus

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Decreto «Quemadmodum» De León XIII (17-XII-1890)

diciembre 9, 2006

(Esta traducción española se encuentra en el libro La Libertad De Las Conciencias En El Opus Dei. Oráculo.)

DECRETO por el que se dictan algunas normas relativas a la manifestación íntima de la conciencia y del corazón a los Superiores establecida en los monasterios de mujeres o de varones

De igual modo que es condición de todas las cosas humanas que, por más que sean en sí honestas y santas, los hombres se sirvan de ellas para acabar en lo que les es ajeno e impropio y que esto se traduzca en abusos, así también pasa con las leyes, sabiamente elaboradas. Y por eso, cuando esto acontece, sucede además que no se alcanza el fin buscado por el legislador, e incluso a veces viene a parar en su efecto contrario. Es lamentable y al máximo que esto suceda en relación con las leyes de muchas Congregaciones, Sociedades o Institutos de mujeres que emiten votos simples o solemnes, o en la profesión de varones y aún en el gobierno de los laicos. Puesto que algunas veces la manifestación de la conciencia estuvo permitida en sus Constituciones, a fin de que los principiantes aprendieran de sus Superiores expertos más fácilmente el arduo camino de la perfección en sus dudas, ahora acontece por contra que algunos de éstos han impuesto esa escrutación íntima de la conciencia, que está reservada únicamente al Sacramento de la Penitencia.

Igualmente, en línea con los sagrados Cánones, se estableció en las Constituciones que la Confesión sacramental se hiciera en las Comunidades de ese tipo con los respectivos Confesores ordinarios y extraordinarios. Y de ahí vino que el arbitrio de los Superiores llegara al extremo de que pudieran denegar a los súbditos algún Confesor extraordinario, también cuando éstos lo necesitaban grandemente para aconsejar su propia conciencia. Y, por último, se introdujo como norma de discreción y prudencia que aquéllos dirigieran a sus súbditos según la regla y rectamente sobre las penitencias particulares y otras obras de piedad. Pero también esta norma se extendió por abuso hasta el extremo de que fueran ellos quienes permitieran acceder a la Sagrada Comunión a su antojo, o la prohibieran a veces absolutamente.

De ahí resultó que [506] este tipo de disposiciones, que en su momento fueron establecidas con sabiduría y a fin de promover saludablemente el aprovechamiento espiritual de los principiantes y la salvaguarda de la paz y la concordia de la unidad en las Comunidades, no raramente acabaron convirtiéndose en causa de discriminación de las almas, de angustia en las conciencias y aún incluso de turbación de la paz externa, como evidentísimamente muestran los recursos y reclamaciones interpuestas en otro tiempo ante la Santa Sede.

Por lo cual Nuestro Santísimo Señor León por divina providencia Papa XIII, en atención a lo que conviene a esa queridísima parte de su grey, en la Audiencia habida el día 14 de diciembre de 1890 para despachar consultas y asuntos conmigo, el Cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, tras examinar todos ellos con sumo cuidado y diligencia, con particular solicitud decidió, ordenó y decretó cuanto sigue.

I. Su Santidad irrita, abroga, y en adelante declara de ningún valor cualesquiera disposiciones de las Constituciones de las Pías Uniones, de los Institutos de mujeres sean de votos simples o solemnes, y aún de varones laicos de cualquier tipo, aunque las mencionadas Constituciones hubieran recibido la aprobación de la Sede Apostólica de cualquier forma, también la que suele llamarse especialísima, sobre este aspecto: a saber, en cuanto regulan, por su nombre y de cualquier otro modo, la manifestación íntima de la conciencia y del corazón. Y así, por esta causa, a los Directores o Directoras de ese tipo de Institutos, de Congregaciones y Sociedades, se les impone seriamente la carga de suprimir del todo las mencionadas disposiciones, y eliminarlas totalmente de las propias Constituciones, Directorios o Manuales. Igualmente irrita y suprime cualesquiera usos sobre esta materia o costumbres aun inmemoriales.

II. Es más: a los mencionados Superiores o Superioras de cualquier grado o preeminencia, rigurosamente se les prohíbe que induzcan a sus súbditos directa o indirectamente, por precepto, consejo, miedo, amenazas o halagos, [507] a que les hagan a ellos mismos una manifestación de la conciencia de ese tipo. Y, correlativamente, se manda a los súbditos que ante los Superiores mayores denuncien a los Superiores menores que a ellos osaran inducirlos a tales conductas. Y, si los inductores fuesen el Director o la Directora General, <se manda entonces> que ellos hagan la denuncia ante esta Sagrada Congregación.

III. Pero de ningún modo impide esto que los súbditos puedan libre y espontáneamente abrir su alma a los Superiores a fin de recibir de su prudencia la dirección y el consejo, en sus dudas y ansiedades, para adquirir virtudes y avanzar en el camino de la perfección.

IV. Además, permaneciendo firme —en relación con los Confesores ordinarios y extraordinarios de las Comunidades— lo que el Sagrado Concilio de Trento prescribió en su Sesión 25 capítulo 10 “de Regularibus” y cuanto el gran Maestro Benedicto XIV estableció en la Constitución “Pastoralis curae”, Su Santidad amonesta a los Prelados y Superiores para que no denieguen a sus súbditos el Confesor extraordinario cuantas veces ellos lo reclamen para aconsejar su propia conciencia, pero de manera tal que esos superiores de ningún modo indaguen la razón de la petición ni se les explique por qué aquellos la hacen. Y, a fin de que tan prudente disposición no se frustre, exhorta a los Ordinarios para que designen sacerdotes idóneos provistos de licencias, en los lugares de su Diócesis donde existan Comunidades de Mujeres, a los cuales ellas puedan acudir fácilmente para recibir el Sacramento de la Penitencia.

V. Por cuanto se refiere a la autorización o prohibición de recibir la Sagrada Comunión, Su Santidad decide sobre Ésta que los permisos o las prohibiciones de ese tipo sean sólo competencia del Confesor ordinario o extraordinario, para que así los Superiores no tengan autoridad ninguna de inmiscuirse en este asunto, excepto en el caso de que alguno de sus súbditos hubiera escandalizado a la Comunidad después de la última Confesión Sacramental, o hubiera cometido una falta grave externa, hasta que no haya recibido de nuevo el Sacramento de la Penitencia.

VI. De ahí que se exhorta a todos [508] a que cuiden el prepararse diligentemente a recibir la Sagrada Comunión y a recibirla en los días determinados por las propias reglas. Y cuantas veces el Confesor hubiera considerado que para el progreso de alguien sería conveniente que la recibiese con mayor frecuencia, por causa de su fervor espiritual, el Confesor mismo podrá permitir esto. Ciertamente quien obtuviera licencia del Confesor para comulgar con mayor frecuencia, y aun para la Comunión diaria, tendrá obligación de comunicar esto al Superior de modo que a éste le conste con total certeza. Y, si éste pensara que existen causas graves y justas contra esa frecuencia de Comuniones, tendrá la obligación de comunicarlas al Confesor, a cuyo juicio definitivo se habrá de atener enteramente.

VII. Y, aún más, sobre estas cosas Su santidad manda a todos y a cada uno de los Superiores Generales, Provinciales y Locales, de los Institutos que se han tratado arriba, sean de varones o de mujeres, que cumplan escrupulosamente y con esmero las disposiciones de este Decreto, bajo la amenaza de incurrir ipso facto en las penas previstas contra los Superiores que violan los Mandatos de la Sede Apostólica.

VIII. Finalmente manda que ejemplares de este Decreto traducidos a lengua vernácula se inserten en las Constituciones de las mencionadas Instituciones pías, y al menos una vez al año, en el tiempo que establezca cada Casa, se lean en voz alta e inteligible en el comedor público o bien en un Capítulo especialmente convocado para ese fin.

Y así ordenó y decretó Su Santidad, sin que ninguna causa de ningún género pudiera obstar en contrario, ni aunque debiera haber sido mencionada de modo singular y especial.

Dado en Roma el día 17 de diciembre de 1890, tramitado por la Secretaria de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares. I. Cardenal VERGA Prefecto. † FR. LUIS Obispo de Callinicum dei Maroniti. Secretario.