Los Falsos Pecados Crean Fobias, Obsesiones y Depresión

May 31, 2008

Fuente: El Amor, el Amor. Emevecita.

Casi al final de mi carrera conocí a un chico un año mayor que yo, por quien todas las de mi clase suspiraban. El primer puesto de su promoción (coleccionista de primeros puestos), atractivo, inteligente, pedante (qué atractivos son los pedantes) y me enamoré platónicamente de él. Seguía siendo numeraria, pero tenía un “enamoramiento” que tenía que pasar (sabía que iba a pasar). Como es lógico (lógico para quien conoce el opus, si no lo conoces mira un poco AQUÍ) yo tenía la intención de ser numeraria hasta la muerte, así me tenga que morir joven para lograrlo (lavado de cerebro que le dicen).

Así que lo primero que hice fue ir a mis “Directoras” a decirles que estaba enamorada de este chico, que lo veía todos los días porque recibía clases en el salón del costado y que yo era muy grosera y pesada con él como para que no entre si yo estoy, pero así y todo me cruzaba con él y sentía que se me salía el corazón (adolescente tierna). Mi “Directora” (una jovenzuela de 21 ó 22 años en ese entonces) me dijo que ponga “más medios”, que si él entraba, yo saliera, que si el salía, yo entrara, que no hable con mis amigas si él estaba con ellas, que si él venía por la derecha yo huya por la izquierda.

Lo hice tal cual. El resultado: me obsesioné con él. Tanto así que deseaba no ser numeraria. (El chico no me había dicho ni media palabra, ni se me había insinuado.) Llegó el verano y con él las vacaciones y con ellas mi encierro anual para “estudiar doctrina”… del opus, claro. El encierro (llamado “semestre”) era en Lima (la capital) y allí viajamos.

Claro, viajamos las numerarias y viajaron nuestras amigas y sus amigos, porque Lima era el único sitio para hacer prácticas pre- profesionales. Y viajó “él”. Yo no sé si él lo sabe, pero me pasé todo el verano oyendo hablar de él a mis amigas y sabiendo casi exactamente qué había hecho todo ese tiempo. Una tortura.

Luego los del opus decidieron que me vaya. Me rompieron el alma y me fui. Así que cuando quise empezar a verle el lado positivo al asunto de ya no ser numeraria, se me ocurrió que lo único bueno era que podía acercarme a ese chico que tantos desvelos me había causado.

Me acerqué. No era pedante, es un ángel. Un chico buenísimo. El mejor de los amigos. Y me di cuenta que mi enamoramiento de todos estos meses pasados había sido unilateral. Él apenas sabía que yo existía y que era bastante odiosa con él (estrategia para alejarlo de mi) y nada más. Se me pasó el enamoramiento y nació una amistad grande, fuerte y sincera. Se me pasó como por arte de magia. Como quien despierta de un sueño.

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