Encuesta realizada entre 1970 y 1974
JOSE ANTONIO SAN MARTIN PARAMO. Abogado. Barcelona.
Dicho interrogante, en mi caso, se plantea con mayor claridad, formulándolo en el sentido de preguntarme por qué nunca he llegado a sentir verdadero interés por pertenecer al Opus Dei. Y creo que esta actitud de voluntario distanciamiento obedece a tres tipos de motivaciones: ambientales, espirituales y políticas, respectivamente.
En efecto, en primer lugar, repugna a mi mentalidad la imagen que de la opinión pública trasciende sobre las actividades de la Obra, que se nos presenta con todas las características de una auténtica sociedad secreta.
Es posible que los fines que persigue o, por lo menos, alguno de ellos, merezcan el mayor respeto y también que sean dignas de todo elogio alguna o varias de sus realizaciones, pero el misterio en que se mueve el Instituto, además como si en él fuera algo constitutivo, provoca una actitud recelosa, defensiva, que arraiga a medida que pasa el tiempo sin que se desvele la, al parecer, deliberada oscuridad en que el Opus se envuelve.
En segundo lugar, lo que indirectamente conozco como actuación de «apostolado» de los miembros del Opus y una lectura de «Camino» me han dejado en completa insatisfacción espiritual, por no haber constatado la existencia de planteamientos de reforma interior del hombre o de perfeccionamiento ético de la sociedad. Lo más que he podido traslucir es la intención de mantener el «status» moral del catolicismo tradicional español a través de una labor cultural inspirada en principios rígidamente conservadores.
Finalmente, sin duda por constituir una faceta que particularmente me interesa mucho, las motivaciones de tipo político influyen decisivamente en esta actitud negativa respecto al Opus Dei. Y no son óbice que influya en la misma reiterada declaración de una ausencia de compromiso político concreto del Instituto, ni la actitud abierta e incluso, en algún caso, discrepante, de alguno de sus miembros, ni tampoco la actual campaña que contra el Opus se realiza desde otros sectores del «Movimiento». Frente a cualquiera de esas consideraciones, la realidad de la incrustación del Opus en el poder, resulta incuestionable, y, evidentemente. operando en direcciones netamente cerradas, que se manifiestan en aspectos tan concretos como la defensa de la idea del «crepúsculo de las ideologías», el apoyo a una solución sucesoria radicalmente continuista y en el decidido apoyo de sus hombres de gobierno al mantenimiento de las estructuras totalitarias del Estado. Me parece importante señalar cómo ni siquiera el moderado liberalismo económico de los equipos del Opus ha llegado a confirmarse en auténtica libertad económica. El dominio de importantes resortes de la Administración y del efectivo poder político, parece claro que no lo persiguen con el objetivo de ofrecer a los españoles una posibilidad de apertura hacia una mayor libertad enmarcada en instituciones genuinamente democráticas, sino para perfeccionar el aspecto externo del Sistema, dándole una versión más atractiva. En parte, reedición actualizada del Despotismo, no me parece que las libertades del hombre constituyan preocupación esencial en las finalidades políticas del Opus, quizá porque tampoco creen en el concepto de libertad tal como la concebimos los demócratas europeos.