Nuevo Boletín Mensual

diciembre 30, 2006

Nombre del Boletín: «ExOpus: Los Otros Del Opus Dei».

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Descripción: Boletín mensual para difundir el índice de los libros y escritos importantes sobre el «Otro» Opus Dei (con una breve reseña) aparecidos en Internet durante el mes anterior (no sólo los de ExOpus).

Con una periodicidad variable se mandarán números extraordinarios con objeto de que al final quede reseñado todo lo existente sobre el tema (añadiéndose de esta manera al primer envío, poco a poco, lo publicado con anterioridad a él).

No se descarta en el futuro la ampliación a otro tipo de noticias y servicios.

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Ivan de ExOpus

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Una Forma Muy Curiosa De Ser Pobres (VI)

diciembre 16, 2006

Iván.

(La siguiente carta fue enviada por Tomás Castañeda como comentario a «Una Forma Muy Curiosa De Ser Pobres (II)». A continuación va mi respuesta.)

Algunas apreciaciones pues veo que son la mar de objetivos:

1. Si no son capaces de entender que lo máximo que podamos entregar al culto de Dios es nada comparado con Dios y Ustedes lo traspolan a una falta de pobreza, a las claras, marca sin duda que no hay fe en ustedes para adorar la presencia real de Cristo en la Eucaristía.

2. Asomen la cara a ver el arte sacro en Perú, en las catedrales antiguas de México, en Europa y por favor no vayan a decir que también fue iniciativa del fundador del Opus Dei,

3. Es simple cuestión de enfoques: para ir a una cena de gala, debo ir con traje de gala, si soy consciente de ello, iré con un buen traje de gala, si es solo un trámite, rentaré el traje de gala y lo regresaré terminada la función, si en el caso que les preocupa tanto, es un insulto a la pobreza, vamos Ticos, vamos, dejen que los demás lo pasen bien. Entiendo que el Fundador del Opus Dei murió en 1975, he estado ante sus restos rezando, ya ven, soy así de mocho, y no veo que haya nada de lujo, sí hay buen gusto y muuuuucho cuidado por el local, que no para de atender peregrinos o visitas: el mármol es material corriente en Italia, los almohadones del presbiterio son de factura corriente, las bancas igual: ¿pero el oratorio del Padre?

4. Para una persona con fe, quiso que se hiciera lo mejor de lo mejor, ese quiso ser el legado a los que venimos detrás: amar con obras, lo bueno es que todavía no son Ustedes mayoría que se regalan sacos de cemento para expresar su amor, cuando lo hagan, cambiaremos nosotros, pero eso sí, mayoría.

5. Ánimo ticos queridos, levanten la cara y olviden lo amargo que fue para Ustedes una etapa de su vida, los queremos mucho, de verdad y les deseamos lo mejor de lo mejor en las Navidades.

Un fuerte abrazo,

Tomás

Espero respuestas, ojalá….

—oOo—

Aquí van mis respuestas, las que usted dice que espera:

a) La Fe en Cristo nos lleva a verle, no sólo en la Eucaristía, sino sobre todo en cada uno de los hombres, tal y como nos enseñan las Sagradas Escrituras, por ejemplo en estos versículos:

Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos? ¿o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos huésped, y te recogimos? ¿o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y te fuimos a visitar? Y respondiendo el Rey, les dirá: En verdad os digo que cuando lo hicisteis con uno de estos mis hermanos pequeños, a mí me lo hicisteis (Mt. 25: 37-40).

Y Jesús llamando a sus discípulos, dijo: Tengo lástima de la gente, que ya hace tres días que perseveran conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos ayunos no quiero, porque no desmayen en el camino (Mt, 15,32).

Si alguno dice, Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama a su hermano a quien ve, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ve? (1Jn. 4, 20).

Olvidarse de eso y cargar las tintas en emplear el dinero en el culto, de forma faraónica, justificándolo con que se hace por Fe en la Eucaristía… es sencillamente una excusa para vivir a espaldas de las necesidades del prójimo, para comportarse como un rico egoísta que quiere hacer creer a lo demás que es un santo (y además pobre).

Le expongo un testimonio reciente, de los muchos que hay, sobre como el Opus Dei desatiende las necesidades de los suyos cuando hay gastos de por medio:

El motivo de la venta del anillo es por el penoso e injusto trato que sufrí en los difíciles momentos de mi permanencia en la institución, el injusto trato durante mi salida, y porque las directoras no permitieron firmarme el paro; salí sin ningún dinero con 33 años [permaneció dentro 19 años, desde los 14] para enfrentarme con el mundo, y sin fondos para abrirme paso. Como el tratamiento antidepresivo debía suprimirse escalonadamente, no estaba en condiciones para trabajar.

Me acogieron mis padres, quienes repararon mi dentadura inferior, pues por un accidente de la infancia perdí cuatro dientes de la mandíbula. La ortodoncia fue muy cara, motivo por el que durante toda mi vida en la Prelatura no consintieron pagarme una prótesis, tal vez porque, según ellos, si tu familia carece de medios económicos para afrontar un asunto personal, la Obra tampoco lo hace. Sin embargo, no tuvieron en cuenta que el amor va más allá de la clase social a la que una pertenece, pues quien ama da sin límites («Fuente»).

Siguiendo las palabras de Jesús, Él no dice de nadie que se vaya a salvar por el dinero que empleó en los objetos sagrados, mas sí por lo que gastó en dar de comer al hambriento, de beber al sediento, ropa al desnudo, hospedaje al sin techo, medicinas al enfermo… y podemos añadir que también los que emplean el dinero en arreglar la dentadura y ayudar económicamente a una chica a quien captaron cuando era una niña de 14 años y que tuvieron trabajando como una esclava en labores domésticas durante los 19 siguientes, hasta que muy enferma y agotada tuvo que marcharse.

Los tópicos que usted me pone en su carta son parte del elenco de clichés que se dan en las charlas de formación de la Obra para que contestemos con ellas, como autómatas, a quienes nos pregunten, evitando así que podamos pensar por nosotros mismos (hace 40 años me las contaron a mí y, por verlas entonces como dogmas de Fe, se las repetía como un loro a la gente; tal y como usted hace ahora conmigo).

Por tanto, le respondo rescribiendo su frase: Si no es capaz de entender que lo máximo que podemos entregar a Dios lo es a través de sus hijos, ayudándoles en sus necesidades, y lo extrapola a una falta de fe en Dios porque ese dinero no se emplea en objetos de culto, a las claras, marca sin duda que no hay en usted fe en el verdadero mensaje de Cristo.

b) Hasta cierto punto uno puede hacer lo que quiera con su dinero, con el que ha ganado en un trabajo noble, o el que ha recibido en herencias. Porque es suyo y no ha de dar cuentas de él a nadie. Y si alguien desea emplear esos bienes en objetos de culto, pues me parece muy bien, ya que su decisión no afecta a terceros. Ahora, lo que considero intolerable es que mientras los de la Obra malvivían en una España de posguerra, y que además hacían cuestaciones económicas con quienes pillaban por delante, explicándoles que era para el desarrollo del Opus Dei, y que muchas de esas personas dieron dinero pensando que con él cubrirían las necesidades básicas de los de la Obra… y que entonces vaya el Fundador y emplee millones de esos dólares en un oratorio exclusivo para él, y muchos más millones para construirse un alcázar faraónico en donde vivir y del que nada tienen que envidiar las capillas y palacios de los reyes del Bizancio más esplendoroso, y todo eso a espaldas de quienes dieron el dinero. ¡Eso sí que no es de recibo!

c) «Esta custodia se encuentra en Roma en la sede central y se sigue utilizando en las bendiciones de la Iglesia Prelaticia. Escrivá viajó a Pamplona en 1960 para no sé qué acto de la Universidad y para pasar un poco la mano por el lomo a la familia que había puesto la pasta y las joyas y, acto seguido, exigió que se la mandaran a él. La única solución que quedaba era sustituir la original por una copia, con piedras falsas… porque el padre se había encaprichado de la pieza. Y así hasta hoy: en Aralar se encuentra la copia y en Roma la original» (Fuente). Si el Fundador empleara ese dinero por Fe en la Eucaristía, por darle lo más que se pudiera a Dios, como usted indica, entonces le habría dado lo mismo que se le rindiera ese culto en Pamplona, en Burgos, en Lima o en Roma. ¡Pero no!, él se encapricha de esa joya y se la lleva para su contemplación exclusiva. Y no sólo no se conforma con rapiñarla de la Universidad de Navarra, con el desconocimiento de quienes habían puesto la pasta y las joyas para que estuviera allí, sino que les engaña y a sus espaldas sustituye la original por una copia, con piedras falsas, para que cuando fueran a verla se creyeran que era la que ellos donaron. ¿Actuar así es propio de un hombre con Fe en la Eucaristía, o más bien de un estafador que emplea el santo nombre de Dios para lograr sus caprichos personales?

Le dejo a usted la contestación a esa pregunta.

d) Dice en su escrito: Asomen la cara a ver el arte sacro en Perú, en las catedrales antiguas de México, en Europa y por favor no vayan a decir que también fue iniciativa del fundador del Opus Dei. Lo que hicieran con sus vidas los que realizaron esos gastos en el culto en vez de emplearlos en promocionar y ayudar a los hombres en sus necesidades, es algo entre ellos y Dios. Pero es que lo que hagan los demás nunca es un criterio para obrar rectamente. Si nos dieran el dato de que el 90% de las mujeres han abortado alguna vez en su vida, eso no puede mover a una joven a “santificar” que le practiquen a ella un aborto. Por lo mismo, no podemos justificar el comportamiento del Fundador del Opus Dei comparándolo con lo que otros han hecho.

e) Usted ha dado en el clavo cuando dice que es simple cuestión de enfoques: para ir a una cena de gala, debo ir con traje de gala, si soy consciente de ello, iré con un buen traje de gala, si es solo un trámite, rentaré el traje de gala y lo regresaré terminada la función. Esa es la clave: no son de recibo esos gastos suntuosos en un oratorio para el uso exclusivo de una persona (vea también el testimonio sobre el oratorio del Padre), mas quizás si que lo sean para una catedral utilizada por miles de personas.

f) Todavía no son Ustedes mayoría que se regalan sacos de cemento para expresar su amor, cuando lo hagan, cambiaremos nosotros, pero eso sí, mayoría. Tiene usted toda la razón, no son mayoría los que regalan sacos de cemento a quienes aman, pero tampoco lo son quienes emplean en suntuosos presentes el dinero con el que deben alimentar a sus hijos. Lo habitual y en eso si que somos una inmensa mayoría es que de lo sobrante de los gastos familiares necesarios (colegio de los niños, alimentación, electricidad, etc.) es de donde tomamos el dinero para agasajar con joyas a quienes amamos; mas no al revés, como hizo san Josemaría.

Y si en su visita a Roma no vio lujo en los centros de la Obra, pues entonces vuelva y mírelo de nuevo. Por ejemplo pida que le enseñen toda la casa central del Opus Dei… y después me cuenta si hay o no lujo en ella.

J) Ánimo ticos queridos, levanten la cara y olviden lo amargo que fue para Ustedes una etapa de su vida, los queremos mucho, de verdad y les deseamos lo mejor de lo mejor en las Navidades. Pues muchas gracias por su cariño, pero no es extensivo a los del Opus Dei con quienes conviví durante 35 años. Por ejemplo, uno de ellos, a quien conocía desde los 16, con quien estuve en el mismo centro 25, dueño de la empresa en donde trabajé durante mis últimos 10 años en la Obra (tiempo en el que él me decía que estaba encantado con mi trabajo); pues bien, dejo el Opus Dei y a los cuatro meses me echa de la empresa, sin la mínima compensación económica, sin explicaciones, sin darme píe a rectificar en el caso de que no estuviera de acuerdo con mi conducta profesional, aprovechando el momento en el que un familiar mío se hallaba gravísimamente enfermo y por lo que yo no tenía ni la suficiente fuerza física ni mental para responder… y eso lo hizo uno del Opus Dei que dice que se santifica en los deberes ordinarios del cristiano, que hace una hora de oración al día, que se confiesa semanalmente, que reza las tres partes del rosario, que asiste a misa cada mañana… alguien para quien yo era su prójimo (próximo) y del que yo pensaba que era mi amigo. Y eso porque me fui de la Obra. Y los directores del Opus Dei a quienes recurrí se lavaron las manos como Pilatos aduciendo que en los asuntos profesionales de los de la Obra ellos no se meten. ¿Cómo puede ser que en asuntos de justicia y caridad se inhiban los directores de una empresa que en teoría se proclama de Cristo y buscadora de la santidad en medio del mundo? Y como dice el refrán: entre todos la mataron, y ella sola se murió.

En fin, Tomás, me alegro mucho de que usted no sea así. Yo también le deseo de todo corazón mucha felicidad en las Navidades y en el resto de su vida. De hecho, si no buscara su felicidad y la de aquellos del Opus Dei que me puedan leer, la de sus padres, la de quienes se acercan a la Obra…, no gastaría ni mi tiempo ni mis energías escribiendo aquí.

Iván

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¿Santos Y Pillos?

diciembre 14, 2006

Ivan de ExOpus

«Los hijos míos tienen que ser piadosos, doctos, alegres y… pillos: santos y pillos» (A solas con Dios, n. 28. Josemaría Escrivá.).

El diccionario de la RAE define pillo como:

1. adj. coloq. Se dice de la persona pícara que no tiene crianza ni buenos modales. U. m. c. s.

2. adj. coloq. Sagaz, astuto. U. m. c. s.

3. m. Pan., Perú y P. Rico. ratero (ladrón que hurta cosas de poco valor).

4. f. Ecuad. prostituta.

Para mí, todas esas acepciones desmerecen de un santo.

Y hay otras personas a quienes también les sorprende. Veamos algunos textos.

1. «Hay que ser pillos, hijos míos», repite con entusiasmo el Fundador. Yo siempre he preferido el «hay que ser audaces». Creo en la audacia, y en la necesidad de ser audaz para no caer en un fatal aburguesamiento, mediocridad o ramplonería; creo en la audacia porque a esta virtud le va la honradez, la lealtad, la claridad, que no creo combinen con la pillería. Ni literalmente, ni en el sentido popular, el pillo fue nunca sino ese personaje retorcido, de mirada poco limpia, de artimañas enredosas. En la Obra, en honor a esa transmisión constante de todo lo que proceda del Padre, la pillería se ha hecho parte de su historia. La pillería en la Obra de Dios ha llegado a hacer posible que las cosas se digan o se interpreten como conviene, que se diga una cosa por otra (en la Obra se usa y se abusa de la restricción mental más estricta), que se oculte o se difunda lo que interesa, sin mas consideración ni con las personas ni con la misma verdad. Hay que saber ser pillos para que sea la Obra, siempre la Obra y sólo la Obra, la que salga airosa y enaltecida (Opus Dei, Anexo A Una Historia. María Angustias Moreno).

2. Ya que no menos arbitrarios en la selección, seamos muchísimo más breves en la presentación de un texto que nos sirva como síntesis de algunos de los principales rasgos de la personalidad de Escrivá. En un encuentro con los primeros franceses que han ingresado en el Opus, monseñor Escrivá les dice en 1959: “Os quiero piadosos, alegres, optimistas, trabajadores y pillos” (Sastre, 381). No está mal, como aproximación al retrato del “Padre”. Todas ellas son cualidades de ese paradójico personaje; y la última constituye acaso una buena clave para entender precisamente su carácter paradójico. En Camino afirma Escrivá que “el plano de la santidad que nos pide el Señor está determinado por estos tres puntos: la santa intransigencia, la santa coacción y la santa desvergüenza” (n. 387). Habría que añadirle una nueva virtud: la de la “santa pillería”, muy vinculada a la cuestión de los medios antes mencionada. “Donde no te llegue la inteligencia, pide que te alcance la santa pillería, para servir mas y mejor a todos” (Surco, n. 942). Pese a que en las devociones católicas tradicionales existen ya santos patronos para casi todo, con el buen humor contagioso del “Padre” propondríamos que si la Iglesia decide efectivamente canonizarle algún día, y si la sede está vacante, el nuevo san Josemaría se convierta en el patrón de los pillos. . . (Santos Y Pillos. El Opus Dei y sus paradojas. Cap. III. Joan Estruch.)

3. «Hijos míos, en Roma yo he perdido la inocencia»: a pesar de su experiencia acumulada, Escrivá continúa teniendo una visión particular, local, y según cómo hasta provinciana, de la Iglesia y de la sociedad. No conoce más que la Iglesia y la sociedad españolas de la época: ¡y qué sociedad y qué Iglesia!

En Roma, todo tiene otra dimensión, completamente distinta. Si Escrivá llega más o menos convencido de la relativa originalidad del Opus Dei, en Roma descubre rápidamente que dentro de la Iglesia católica proliferan movimientos e iniciativas hasta cierto punto paralelos (el padre Gemelli, misioneros de la Regalitá, Milites Christi, grupos de NotreDame-de-Vie, Compañía de San Paolo, etc.; véase Rocca, 1985, 34-47). Y descubre también aquello que Walsh llama «la intriga»: los tejemanejes que hay en la Curia vaticana, no porque se trate del Vaticano, sino porque se trata de la Curia, porque se trata de una burocracia que sociológicamente funciona como funcionan todas las burocracias. Descubre, en otras palabras, lo que Max Weber llama «los secretos del oficio», propios de cualquier burocracia.

En este sentido ha de entenderse la frase de Escrivá, «he perdido la inocencia»: la experiencia de Roma es una experiencia dura, pero al mismo tiempo profundamente liberadora. A partir de 1946 ya no ha de reprimir de la misma manera que antes sus ambiciones: los medios que emplea el Vaticano, también él puede emplearlos. «De cara a Dios Nuestro Señor tengo el deber de poner todos los medios limpios sobrenaturales y humanos para cumplir la Santa Voluntad de Dios, en lo que concierne al establecimiento de su Obra, tal como Él me la ha dado a entender» (Fuenmayor y otros autores, 345). Si el mundo pertenece a los «pillos», e incluso en la Iglesia se actúa con «pillería», quiere decir que Dios pide que «seamos pillos». La «pérdida de la inocencia» para Escrivá equivale, no a la adquisición, pero sí a «la santificación de la pillería»: en Roma, a partir del año 1946, la «pillería» del «Padre» se transforma en una «santa pillería», puesto que Dios mismo «escribe derecho con líneas torcidas» (Fuenmayor y otros autores, 295). (Santos Y Pillos. El Opus Dei y sus paradojas. Cap. VII. Joan Estruch.)

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