La Flojera En Los Del Opus Dei

febrero 5, 2007

Ivan de ExOpus

En determinados momentos de la estancia en la Obra —normalmente de forma cíclica— pueden aparecer en el sujeto los siguientes síntomas:

1. Desgana general, pero sobre todo para cumplir las normas del plan de vida.

2. No poner en práctica lo tratado en la confidencia (dirección espiritual).

3. Olvido a lo largo de la jornada de los propósitos de los exámenes de conciencia.

4. Dejarse sin hacer un número de normas del plan de vida, que con frecuencia no son las mismas de un día para otro.

5. Rechazo profundo a hacer la confidencia.

La raíz de la poca autoestima de los de la Obra se debe en gran parte a que no se le valora al sujeto lo mucho positivo que tiene, sino lo poco negativo (cada semana te atormentan por la vez que no hiciste la lectura espiritual y por los dos días que has retrasado la visita al Santísimo y nunca te motivan por las siete horas de oración mental, por el mismo número de rosarios, de misas, porque has entregado todo tu sueldo del mes, etc.). Eso supone que cada una de las confidencias de quienes padecen el síndrome del que hablamos vaya acompañada de una bronca por parte del director, que en vez de elevar la moral del sujeto, le hunde aún más.

Causas.

Ya hemos visto en otro lugar como la mayoría entra en el Opus Dei por la inmadurez de su edad, por la confianza en los directores cuando te dicen que tienes vocación y por el acoso sucesivo al que te han sometido y al que te acabas acostumbrando. Primero te importunan sin descanso para que vayas al centro, luego a las meditaciones, después para que te confieses con el cura de allí, y así hasta que te ven maduro para el asalto final: plantearte que lo dejes todo para el Opus Dei (aunque te dicen que es para Dios, mas como en la Obra hay tanta falta de respeto a los derechos humanos y a las leyes de la Iglesia, no me creo que el Opus Dei sea muy de Dios).

Una vez que estás dentro es una falta grave dudar de la vocación por lo que con esta culpabilidad que inculcan el Opus Dei cierra el cepo que desde un principio te había preparado. A lo anterior se suma el que te embeben en la creencia de que fuera de la Obra no hay felicidad alguna para ti (como ejemplo nuevo: en los medios de formación no es raro oír que si no hubiera sido por nuestra vocación al Opus Dei, muy posiblemente Dios no nos habría creado).

Con el tiempo esa esclavitud psicológica y espiritual hace que el único gozo que recibas por tu actuar sea el derivado de complacer a los directores, el de satisfacerles en la confidencia, el de evitar que te acosen más; lo que te va quitando poco a poco las ganas de vivir.

Un inciso. En la Obra se acaban haciendo las cosas no por Dios, sino por la presión humana a que te someten los directores. Por eso cuando cesa ese acoso, al dejar el Opus Dei (con la cabeza y no sólo físicamente), lo normal es que se dejen de cumplir las normas del plan de vida que te enseñaron allí, y que tan sólo permanezcan las que vivías antes de acercarte a la Obra, las que adquiriste por una elección voluntaria y no por coacción.

Volvamos al tema. Las reacciones inconscientes para sacarte de ese estado son tres, que habitualmente se dan mezcladas: el fanatismo, llevar una doble vida (compensaciones) y caer en un estado de tristeza vital.

Para aliviar esa tensión a la que el sujeto está sometido, y de la que no ve salida, hay algunos que se vuelven más papistas que el papa. Son los fanáticos extremos (el resto sólo lo es en un grado relativo) que para no sufrir dejan de pensar por si mismos, aceptan a píes juntillas lo que les predican los directores y se dedican a defender al Opus Dei de forma irracional y desmedida. Con los fanáticos absolutos es imposible razonar.

Para el resto —aquellos que no consienten en transformarse en unos irracionales completos— va pasando el tiempo, y las contradicciones entre la teoría y la práctica del Opus Dei, la sensación de sentirse en una trampa de la que no pueden salir, el agotamiento proselitista, etc., llevan al estado predepresivo antes visto, que el Opus Dei designa como de pereza y falta de visión sobrenatural.

Cuando aparece antes de hacer la fidelidad (incorporación definitiva al Opus Dei), lo que el cuerpo está pidiendo a gritos es que los directores te echen de la Obra, que vean que eres un flojo, que no les vales, y que por ello te pidan que el próximo 19 de marzo no renueves.

Es admirable la sabiduría del cuerpo. Estás mal en la Obra, cada vez peor, no puedes irte voluntariamente porque eso sería tu perdición temporal y eterna, por lo que desde lo profundo se desarrolla en ti la estrategia de transformarte en alguien inútil para el Opus Dei, para que así sean ellos los responsables de tu salida de la Obra, por lo que al no ser una decisión voluntaria tuya esos anatemas de desgracias ya no te ocurrirán.

¡Cuantísimos habrán sido echados del Opus Dei gracias a esta inteligencia subconsciente!

La vida en la Obra es como estar en un carrusel afectivo: a unos momentos de euforia extrema les siguen otros de profunda tristeza.

Si tras hacer la fidelidad es cada vez mayor la duración e intensidad de los periodos con este síndrome de flojera, y si el sujeto no los amortigua llevando una hipócrita doble vida (con compensaciones no permitidas que liberan las tensiones) o dejando el Opus Dei, se termina irremisiblemente en una enfermedad. La más frecuente es la depresión, pero también paranoia, eccemas, úlceras de estómago, alteraciones en la columna vertebral, etc.

Lo anterior explica el porqué muchas enfermedades con años de evolución desaparecen casi milagrosamente al poco de dejar el Opus Dei.

Mas si se sale de la Obra, la condición imprescindible para curarse es que se le abandone con la cabeza y no sólo con el corazón y con el cuerpo. Poco se gana si la persona sigue creyendo y sintiendo que va a ser una desgraciada por haber tirado por la borda el don inefable y único para su felicidad de la vocación al Opus Dei, sin el cual Dios no la habría creado.exopus.jpg


Defensa De Las Sectas

febrero 3, 2007

Mario Vargas Llosa.

Las razones que se esgrimen contra las «sectas» son a menudo certeras. Es verdad que sus prosélitos suelen ser fanáticos y sus métodos catequizadores atosigantes (un testigo de Jehová me asedió a mí un largo año en París para que me diera el zambullón lustral, exasperándome hasta la pesadilla) y que muchas de ellas exprimen literalmente los bolsillos de sus fieles. Ahora bien: ¿no se puede decir lo mismo, con puntos y comas, de muchas «sectas» respetabilísimas de las religiones tradicionales? Los judíos ultraortodoxos de Mea Sharin, en Jerusalén que salen a apedrear los sábados a los automóviles que pasan por el barrio ¿son acaso un modelo de flexibilidad? ¿Es por ventura el Opus Dei menos estricto en la entrega que exige de sus miembros numerarios de lo que lo son, con los suyos, las formaciones evangélicas más intransigentes? Son unos ejemplos tomados al azar, entre muchísimos otros, que prueban hasta la saciedad que toda religión, la convalidada por la pátina de los siglos y milenios, la rica literatura y la sangre de los mártires, o la flamantísima, amasada en Brooklyn, Salt Lake City o Tokio y promocionada por el Internet, es potencialmente intolerante, de vocación monopólica, y que las justificaciones para limitar o impedir el funcionamiento de algunas de ellas son también válidas para todas las otras. O sea que, una de dos: o se las prohíbe a todas sin excepción, como intentaron algunos ingenuos -la Revolución Francesa, Lenin, Mao, Fidel Castro- o a todas se las autoriza, con la única exigencia de que actúen dentro de la Ley (Defensa de las Sectas. Mario Vargas Llosa).

—oOo—

Alien

Le veo un fallo a su razonamiento, y es cuando dice: «O sea que, una de dos: o se las prohíbe a todas sin excepción, […] o a todas se las autoriza, con la única exigencia de que actúen dentro de la Ley».

Está de acuerdo en que se permitan las sectas siempre que no violen la ley. Pero es que las sectas destructivas siempre violan la ley —incluidos los grupos que operan con las mismas prácticas bajo la bandera de las religiones oficiales—, cuanto menos porque violan la libertad de las personas con técnicas coercitivas de control mental, afectivo, psíquico, económico y de la información.

Por lo que que no se puede autorizar ninguna formación que utilice técnicas sectarias.

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¿Hay Una Religión Plenamente Verdadera?

febrero 3, 2007

Alien.

[…] Como botón de muestra del pensamiento en aquellos años cito un texto de san Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei: «”Minutos de silencio». —Quédese esto para ateos, masones y protestantes que tienen el corazón seco. / Los católicos, hijos de Dios, hablamos con el Padre nuestro que está en los cielos.» […].

 

Leer artículo completo.

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Sobre La Libertad De Pertenecer Al Opus Dei

enero 29, 2007

Ivan de ExOpus

El acoso al que son sometidos quienes se acercan a la Obra y la inmadurez por poca edad de la mayoría hacen que se carezca de la libertad esencial para algo tan importante como es entregar toda tu vida al celibato, a la pobreza y a la obediencia que se exige en el Opus Dei (que se resume en lo que allí cantan: que nadie me robe el derecho de no tener ya nunca ningún derecho).

Y después, nada más pitar (pedir la admisión al Opus Dei), te explican que es una falta grave cualquier diálogo con la tentación en materias de fe (en los directores, en la santidad del Opus Dei, en que no has de fiarte de tu juicio sino del de los que mandan, etc.), de pureza (lo que transforma a los de la Obra en unos auténticos neuróticos sexuales. Pongo un ejemplo de una situación que varios me contaron en la dirección espiritual y con un final distinto para cada uno: «estaba sentado en el metro / autobús y a mi lado lo hizo una joven lo que me perturbó tanto que [fin de la narración del primer grupo] me tuve que levantar inmediatamente, [fin de la narración del segundo grupo] me hace pensar que he pecado por no levantarme, [fin de la narración del tercer grupo] me ha llevado después a tener tentaciones de pureza»), y de vocación (has de rechazar cualquier pensamiento, sentimiento, trato con quienes te indiquen algo que no coincida con lo de ellos, no has de leer nada que pueda llevarte a dudar de tu camino, sólo debes confesarte con sacerdotes de la prelatura, etc.).

A la poca libertad que tuviste para hacerte del Opus Dei (que sí se tratara de un matrimonio recibiría ipso facto la nulidad) se le une el que no puedes replantearte nunca más el acierto o no de aquella decisión o la posibilidad de salirte (tentaciones gravísimas contra la vocación), lo que transforma al Opus Dei en una inmensa cárcel de invisibles barrotes psicológicos y espirituales pero mucho más eficaces que los de acero, ya que te han hecho creer que pertenecen a Dios, son íntimos, van siempre contigo y no necesitan de ningún otro guardián.

Cuando te encuentras mal y planteas alguna duda vocacional, el director de turno saca la etiqueta prefabricada para este caso de que «es una obligación grave para los directores echar de la Obra a quien carece de vocación, por lo que sí te decimos que la tienes es porque la vemos en ti. Tus dudas sólo son una tentación. ¡No te dejes llevar por tu juicio y confía en los directores!». Y más de la misma esclavitud. Para tu vocación no existes en el Opus Dei, solamente hay cabida allí para los que te mandan.

Ante esta falta de esa libertad práctica (que paradójicamente el Opus Dei tanto predica como existente) la única posibilidad de abandonar la Institución es por una fuerza externa a ti que te arranque de ella.

Aunque profundizaré en escritos posteriores quiero finalizar exponiendo las fuerzas principales que sacan de la Obra, que a su vez son las que dan origen a los prototipos de ex Opus Dei.

La gente es arrancada del Opus Dei por el corazón (lo más frecuente), porque se enamoran de alguien o porque tienen un «calentón» con los de dentro al ser llevados al límite de lo soportable; por la cabeza, cuando descubren el lado oscuro del Opus Dei; por enfermedad; y porque la Obra les echa.

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Sobre El Egoísmo Legítimo

enero 19, 2007

Tony de Mello.

Lo primero que quiero que ustedes comprendan, si realmente quieren despertar, es que ustedes no quieren despertar. El primer paso para despertar es que tengan suficiente honestidad como para admitir que no les gusta. No quieren ser felices. ¿Quieren una prueba? Ensayemos. Tardará exactamente un minuto:

Podrían cerrar los ojos o mantenerlos abiertos, realmente no importa. Piensen en alguien a quienes ustedes quieren mucho, alguien cercano a ustedes, alguien que para ustedes es muy valioso y díganle mentalmente a esa persona: «Preferiría ser feliz a tenerte», vea lo que sucede, «Preferiría ser feliz a tenerte. Si yo pudiera elegir, sin duda elegiría la felicidad». ¿Cuantos de ustedes se sintieron egoístas cuando dijeron eso? Parece que muchos. ¿Ven cómo nos han lavado el cerebro? ¿Ven como nos han lavado el cerebro para que pensemos: «¿Cómo puedo ser tan egoísta?» Pero miren quién es egoísta. Imaginen que alguien les dice a ustedes: «¿Cómo puedes ser tan egoísta como para elegir la felicidad en lugar de elegirme a mí?» ¿No les gustaría responder esto?: «Excúsame, pero cómo puedes ser tan egoísta como para exigir que yo te elija a ti por encima de mi felicidad?»

Cierta vez una mujer me contó que cuando ella era niña su primo jesuita organizó un retiro espiritual en la iglesia jesuita de Milwaukee. Él empezaba cada conferencia con estas palabras: «La prueba del amor es el sacrificio, y la medida del amor es el desinterés». ¡Que maravilla! Le pregunté a ella: «¿Usted quisiera que yo la amara a costa de mi felicidad? «Sí», me contestó. ¿No sería maravilloso? Ella me amaría a costa de su felicidad, y yo la amaría a costa de mi felicidad, así tendríamos dos personas desgraciadas, ¡Pero que viva el amor! (¡Despierta! – Charlas sobre la espiritualidad. Tony de Mello.)

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La Fascinación Sectaria

enero 19, 2007

Steven Hassan.

Hay muchas formas diferentes para atraer a la gente a un grupo que utiliza el control mental. Dado que los grupos destructivos buscan deliberadamente a personas que son inteligentes, tienen talento y triunfan, los propios miembros resultan muy persuasivos y seductores para los nuevos. El simple número de miembros comprometidos y sinceros que el recién llegado conoce es probablemente mucho más atrayente para el posible converso que cualquier doctrina o proyecto. Las grandes sectas dan sobrada prueba de que saben entrenar muy bien a sus «vendedores». Adoctrinan a los miembros para que sólo muestren los aspectos favorables de la organización. Se les enseña a suprimir cualquier sentimiento negativo que tengan sobre el grupo y a que siempre muestren una expresión de felicidad y alegría en su rostro (Combatiendo el control mental de las sectas. Steven Hassan, Capítulo 3).

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La Auto-Observacion

enero 19, 2007

Tony de Mello.

La única forma en que alguien puede ayudarle es cuestionando sus ideas. Si usted está dispuesto a escuchar, si está dispuesto a ser cuestionado, puede hacer algo, pero nadie puede ayudarle. ¿Qué es lo más importante de todo? Es la auto-observación. Nadie puede ayudarle en eso. Nadie puede darle un método. Nadie puede indicarle una técnica. En el momento que usted adquiera una técnica, vuelve a quedar programado. Pero la auto-observación —observarse a sí mismo— es importante. No es lo mismo que estar absorto en sí mismo. Estar absorto en sí mismo es estar preocupado por sí mismo, es estar interesado en sí mismo, estar inquieto acerca de sí mismo. estoy hablando acerca de la auto-observación. ¿Qué es eso? Significa observarlo todo en usted mismo y alrededor de usted tanto como sea posible, y observando como si le estuviera sucediendo a otra persona. ¿Qué significa esa última frase? Significa que no personalice lo que está sucediendo. Significa que mire las cosas como si no tuvieran nada que ver con ellas.

La razón porque usted sufre con su depresión y sus ansiedades es porque se identifica con ellas. Usted dice: «Estoy deprimido». Pero eso es falso. Usted no está deprimido. Si quiere ser preciso, debería decir: «Ahora estoy experimentando una depresión». Pero no decir: «Estoy deprimido». Usted no es su depresión. Eso no es sino un extraño truco de la mente, un extraño tipo de ilusión. Usted se engaña a sí mismo , y piensa aunque no tiene consciencia de ello que usted es su depresión, que usted es su ansiedad, que usted es su alegría o las emociones que tiene. «¡yo soy feliz!» Ciertamente usted no es feliz. La felicidad puede estar en usted ahora mismo, pero espere un poco, y eso cambiará; no durará: nunca dura; cambia continuamente: cambia siempre. Las nubes van y vienen: unas son negras y otras son blancas, unas grandes y otras pequeñas. Si queremos seguir con la analogía, usted sería el cielo, y está observando las nubes. Usted es un observador pasivo, desprendido. Eso es sorprendente, especialmente para un occidental. Usted no está interfiriendo. No interfiera. No «arregle nada». ¡Observe!

El problema con la gente es que se mantiene ocupada arreglando cosas que ni siquiera comprende. Siempre estamos arreglando cosas, ¿no es así? Nunca caemos en la cuenta que no es necesario arreglar las cosas. Realmente, no lo es. Esta es la gran iluminación. Es necesario comprenderlas. Si usted las comprendiera, ellas cambiarán (¡Despierta! – Charlas sobre la espiritualidad. Tony de Mello).

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