Mentiras Y Falsas Justificaciones En El Opus Dei

enero 9, 2009

mascara

Iván de ExOpus

Se llama falsa justificación a la razón no real que se ofrece ante un acto reprobable para quedar bien ante los demás o ante nuestra propia conciencia.

Justificarse de esa manera es algo muy común. El escolar que suspende lo justifica ante sus padres con que él estudia mucho pero es que el profesor le tiene manía, cuando alguien llega tarde a una cita lo justifica con que se le ha parado el reloj, ante el retraso en la entrega de un informe el empleado lo justifica explicando que le ha llegado tarde un fax que era necesario para realizarlo, etc.

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Lo Bueno Del Opus Dei

junio 19, 2008

Lo Bueno Del Opus Dei

Iván de ExOpus, 24 de noviembre de 2004

Introducción.

Ante las graves acusaciones de que el Opus Dei es objeto no es raro que algunos, para defenderle, argumenten que en la Obra hay mucha bondad: en las personas que la integran, en su doctrina, etc.

Estoy de acuerdo con quienes afirman eso. No sólo es verdad que en el Opus Dei hay muchas personas buenas, sino que una condición imprescindible para que te pidan hacerte de la Obra es la de tener un nivel de virtudes humanas y sobrenaturales muy superior al de la media…

Por lo tanto, si todos y cada uno de los que ingresan en la Obra son buenísimos, no es extraño que muchos de ellos sigan siéndolo después. También es cierto que la doctrina que predican es muy atractiva. Además, cuando te acercas a la Obra encuentras un tono humano raro de hallar en otros lugares: todo está muy cuidado, limpio; el trato interpersonal es muy delicado, versallesco; te hacen sentirte bien, importante, se preocupan por ti, te da la impresión de que te quieren de verdad; toda su ocupación es la de inculcarte cumplir normas de piedad, etc.

Esa bondad que existe en la Obra es la que logra que la gente se le acerque, la que mantiene a sus miembros dentro, la que confunde a quienes leen críticas sobre ella (porque no terminan de aceptar las graves acusaciones de que es objeto) y el motivo por el que es una institución aprobada y apadrinada por la Iglesia.

En este escrito voy a reflexionar sobre esa bondad que hay en el Opus Dei.

Definición de bueno.

Bueno es aquello que le conviene a un ser para su perfeccionamiento.

La abeja hace la miel con el polen de las flores, por lo que para ella es bueno, mientras que es malo para una persona alérgica a él.

Características de lo bueno.

Se desprenden de la definición anterior:

1 – Es beneficioso, mejora al ser a quien le conviene.

Esta característica es esencial: si algo no beneficia, no es bueno.

2 – Es apetecible. El ser a quien le interesa se siente atraído por él.

Como cada ser está destinado a su perfección, su naturaleza se siente inclinada a buscar y conseguir todo aquello que se lo permita y, por tanto, a alcanzar lo que le es bueno.

Cuando nos falta agua en el cuerpo sentimos sed (nos apetece) y la buscamos para beberla.

Aunque ésta es una característica muy importante para el perfeccionamiento de un ser, no obstante es algo que no siempre acompaña a lo que más le beneficia (lo más bueno para él), como trataremos en el siguiente apartado.

Combinación de las posibilidades de las dos características de lo bueno.

1 – Beneficioso y apetecible.

Es la combinación perfecta: algo nos beneficia y por sernos atractivo no cejamos hasta conseguirlo.

2 – Beneficioso y no apetecible.

Si algo nos conviene y es desagradable, no lo aceptamos, por lo que nos dañamos al no recibirlo.

Porque tiene mal sabor, un niño escupe la medicina que necesita.

3 – No beneficioso y apetecible.

Por ser agradable lo aceptamos por lo que nos causa un mal.

Todos aquellos que se envenenan por comer setas caen en este apartado: es un plato sabroso pero mortal.

4 – No beneficioso y no apetecible.

Es la única circunstancia en la que lo malo no daña, pues al ser algo que se muestra como repugnante no se acepta.

Por su mal olor nadie se come un huevo podrido.

Lo bueno según la intención de quien nos lo proporciona.

1 – Lo concede con un fin altruista.

Sucede cuando quien lo proporciona busca única y exclusivamente el bien de quien lo recibe. Ocurre con cualquiera de los dos primeros puntos del apartado anterior (da algo bueno, le apetezca o no al interesado).

El plato de comida que una madre le da a su hijo, las medicinas que nos receta el médico, las lecciones que nos hace aprender el profesor, etc.

¿Cómo se puede saber que la actuación de alguien busca este fin?

Lo podemos descubrir observando su diligencia en rectificar. Como el bien que se da a otro es exclusivamente para su beneficio, quien lo proporciona está abierto al diálogo y al consejo ajeno para modificar su conducta, en el caso de que descubra que está equivocada.

Si alguien nos comenta que a nuestro perro le perjudica comer las patatas que le damos, se lo consultamos al veterinario y, en el caso de que lo confirme, dejamos de alimentarle con ellas.

2 – Lo concede como medio para un fin egoísta.

En esta ocasión, quien nos pone delante un bien no lo hace para beneficiarnos sino para que nos sintamos atraídos hacia él, para así obtener con ello otro objetivo que desconocemos.

Es el punto tercero de la combinación de las características de lo bueno que vimos con anterioridad: nos da algo perjudicial de forma apetecible, para que así lo aceptemos.

El cebo que colocamos en un anzuelo hace que el pez se sienta fascinado por él, por lo que pica y conseguimos pescarlo. La simpatía, alegría, don de gentes, etc., de un estafador no es para hacernos felices sino tan sólo un medio para que confiemos en él y nos dejemos desplumar sin resistencia.

Quien procede de esta manera no quiere cambiar. Cuando el bien que proporcionamos a otro es exclusivamente para nuestro beneficio, y tan sólo lo usamos como un medio para atraerle, entonces estaremos cerrados a cualquier consejo que busque modificar nuestra conducta.

Un pescador no dejará de poner cebo en el anzuelo por mucho que le repitamos que es perjudicial para el pez, ya que lo que él busca precisamente es perjudicar al pez.

La intención del Opus Dei con respecto a lo bueno que proporciona.

Todas las asociaciones humanas son imperfectas, por la sencilla razón de que los hombres que las componen lo son. Por ese motivo quienes defienden al Opus Dei no entienden la diferencia que existe entre la Obra y cualquier otro grupo religioso (los agustinos, dominicos, franciscanos, etc.) por considerar que todos ellos tienen cosas buenas y malas, lo que les lleva a exponer lo bueno que encuentran en el Opus Dei como justificante de que es una institución eclesial semejante a las otras, soslayando por ello sus defectos al entender que, como todas las demás, la Obra también está en el derecho de tener imperfecciones.

Pero hay una diferencia abismal entre las imperfecciones que se dan en la Obra y las de los demás grupos religiosos.

Cualquier institución de la Iglesia que no sea el Opus Dei dialoga sobre las críticas que se le hacen, con el ánimo de defenderse o rectificar sus errores (cuando se confirman); lo que implica, según vimos en el capítulo anterior, que su fin es altruista: los bienes que esos grupos ofrecen buscan el beneficio de los demás.

Ahora veamos como actúa el Opus Dei.

Aplicando lo estudiado antes, el criterio para saber si la intención de lo bueno que la Obra proporciona es altruista o un medio para beneficiarse ella, está en conocer su diligencia o cerrazón al diálogo, a las críticas y a rectificar.

La Obra ni dialoga, ni responde a las críticas que se le hacen, ni rectifica ante las acusaciones de que es objeto; tanto las que versan sobre su praxis inhumana y anticristiana (por ejemplo las incluidas en el escrito » ¿Se respetan los Derechos Fundamentales? «), como las que le hacen ver que su conducta es herética, incluso ni responde, ni rectifica cuando se le demuestra que siempre es un pecado grave su silencio ante lo negativo que se afirma de ella.

Ya no hay nada más que mirar, queda demostrada la razón por la que la Obra actúa así:

Tan sólo puede ser porque toda la bondad que la Obra nos presenta no es para beneficiar a la humanidad sino exclusivamente un medio de atraerla y «cazarla» para sus fines egoístas, entre los que se encuentran dominar a la sociedad civil, su poder económico y, sobre todo, sustituir a la Iglesia poniéndose ella en su lugar.

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Los Aspirantes Al Opus Dei

junio 8, 2008

Iván de ExOpus

En el Opus Dei te cuentan que se pertenece a él desde el momento en el que los directores ven tu vocación y escribes una carta pidiendo entrar, ya que los pasos jurídicos a los que obliga la Iglesia son un mero tramite administrativo.

Cuando murió Escrivá, su sucesor, don Álvaro, nos escribió una carta en la que nos comunicaba que era Cofundador del Opus Dei todo aquel que hubiera pedido la admisión hasta el 26 de junio de 1975, día de dicho fallecimiento. Con ese comunicado estaba haciendo público que en la Obra se considera a alguien como de ella cuando pide la admisión (escribe una carta solicitándola, a partir de los 14 años y medio) y no en las incorporaciones jurídicas posteriores, tal y como pretenden hacer ver a quienes les achacan que admiten menores en su seno (Sobre El Aspirante Al Opus Dei).

Cuando en 1982 el Opus Dei pasó a ser Prelatura personal la Iglesia le obligó a no admitir en su seno a nadie que no hubiera cumplido los 18 años, por lo que solamente podían pedir la admisión aquellos que tuvieran 16 años y medio (medio año para concedérsela y un año más para hacer la oblación, primera incorporación legal, lo que supone tener los 18 años cumplidos).

Como acatar esa orden les suponía dejar de coaccionar a los más vulnerables de ser mentalizados (de 14 y medio a 16 y medio), la Obra no se conformó con perder ese jugoso botín y para incumplir los mandatos de la Iglesia se inventó que a partir de los 14 años y medio podían pedir ser Aspirante al Opus Dei. Y gracias a esta malabar estafa siguen actuando como antes, me atrevería a decir que mejor aún, ya que gracias a esa figura los chicos “aspirantes” pueden decirles a sus padres que no son del Opus Dei (no cuentan que han pedido por escrito ser aspirantes ni como les mentalizan sobre su vocación), lo que permite a los directores manipularlos hasta que estén tan fanatizados que ya no importe que les cuenten a los suyos que son de la Obra.

Sí por definición de la Prelatura todo católico laico es un aspirante al Opus Dei, ¿para qué hacer que alguien lo solicite por escrito? Y, ¿por qué sólo se aplica ese invento de aspirante a los menores de edad, por qué no lo puede pedir también alguien de 58 años? (Ibíd.)

La respuesta sensata a esta pregunta sólo puede encontrarse en lo expuesto más arriba.

En su intento de encubrir sus tejemanejes, los directores del Opus Dei repiten a los de fuera, una y otra vez, que los aspirantes al Opus Dei no son de la Obra.

También pretenden silenciar las voces de los que disentimos de sus falsedades con multitud de Web clónicas en las que se sigue el mismo insustancial guión. En la precipitación por intentar ahogar la verdad cometen algunos errores que les descubren.

Para demostrarlo trascribo el testimonio íntegro que una afín al Opus Dei ha colgado en Youtube:

Hola, soy María Victoria Fernández, tengo 25 años y trabajo en una auditora. Desde los 14 años y medio hasta los 18 años y medio fui miembro del Opus Dei y vi que no era mi vocación, y la verdad es que me da muchísima pena ahora cuando veo a gente que… ha tenido situaciones similares que critica o incluso gente que no tiene ni idea de lo que es el Opus Dei y dice que si pero luego la gente sale rebotada o la gente…, yo creo que en mi caso es todo lo contrario, que sólo puedo dar gracias a Dios y a la gente del Opus Dei que me ayudó un montón a ver que si eso no era lo mío no iba a ser feliz así y… ahora mismo voy a un centro del Opus Dei, estoy encantada con ellos porque me han ayudado, me ayudan cada día de mi vida y tengo muy claro que… que si fue, que si volviese a nacer volvería a hacer exactamente lo mismo, me han, me equivocaría durante 4 años pero he aprendido mucho durante… estos años. (Fui del Opus Dei: estoy agradecida).

Ante todo, al decir que sólo puedo dar gracias a Dios y a la gente del Opus Dei que me ayudó un montón a ver que si eso no era lo mío no iba a ser feliz así, está demostrando que fue echada de la Obra, ya que en caso contrario, cuando les interesas, te acosan para que te quedes, te persiguen y manipulan hasta el agotamiento.

Pero a lo que traigo aquí este testimonio es por el hecho de que no está diciendo que durante un periodo de tiempo fue aspirante, sino que siempre fui miembro del Opus Dei.

Nadie incluye los años de carrera universitaria como pertenecientes al ejercicio de su profesión. Si oímos a alguien decir que es médico desde hace 15 años, estamos seguros de que en ese cálculo no se cuentan los que pasó como estudiante. De la misma manera nadie mete dentro del tiempo en el que fue del Opus Dei los años en que aún no lo era, aquellos en los que aspiraba a serlo.

Si para la Obra solamente se pudiera ser del Opus Dei a partir del los 18 años, y así se enseñara, como manda la Iglesia, entonces a esta chica le habría salido de dentro decir algo parecido a desde los 14 años y medio he participado en la formación que da el Opus Dei y a partir de los 18 y durante medio año fui miembro del Opus Dei.

Y remacha el error al añadir que si volviese a nacer volvería a hacer exactamente lo mismo, me han, me equivocaría durante 4 años pero he aprendido mucho durante… estos años, ya que si durante todo ese tiempo no se hubiera considerado del Opus Dei sino sólo como una simple aspirante, entonces, ¿en qué se equivocó en esos 4 años?, ¿acaso en aspirar a ser del Opus Dei?

Mas en la Obra te embeben tanto de que eres del Opus Dei desde el momento en el que los directores ven que les eres útil (en que tienes vocación, dicen ellos) y que tú escribes la primera carta (también la de aspirante), que esta muchacha cuenta sin pudor alguno que desde los 14 años y medio hasta los 18 años y medio fui miembro del Opus Dei.

Es otro ejemplo del doble mensaje del Opus Dei por el que cuentan a los de afuera justo lo contrario de lo que viven.

La autora dice que le da muchísima pena ahora cuando veo a gente que […] no tiene ni idea de lo que es el Opus Dei, y por otra parte es incapaz de aceptar que ella se ha enterado de muy poco.

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Las Contradicciones Del Opus Dei (III) La Confidencialidad

May 16, 2008

Retrato de una mente dividida

Iván de ExOpus

La Iglesia salvaguarda el secreto de las confidencias, cuyo caso más importante se da en aquello que se cuenta en la dirección espiritual, por referirse a lo más íntimo de la persona.

Así, el Catecismo de la Iglesia Católica nos dice:

Las confidencias hechas bajo secreto deben ser guardadas, salvo los casos excepcionales en los que el no revelarlos podría causar al que los ha confiado, al que los ha recibido o a un tercero daños muy graves y evitables únicamente mediante la divulgación de la verdad. Las informaciones privadas perjudiciales al prójimo, aunque no hayan sido confiadas bajo secreto, no deben ser divulgadas sin una razón grave y proporcionada (n. 2491).

Entonces, ¿cómo es posible que el Opus Dei vulnere este derecho fundamental de la persona, contemplado por la Iglesia, haciendo público a terceros lo tratado en la dirección espiritual?

Si se entiende bien que quien imparte la dirección espiritual es el Opus Dei, fácilmente se comprende que no tendría sentido, por ejemplo, que al hacer la charla fraterna alguien pusiera como condición, para tratar un tema determinado, que quien la recibe se comprometiera a “no contar a nadie” lo que va a decirle; o que éste último, pensando facilitar la sinceridad, equivocadamente dijera al que hace la charla: “cuéntamelo todo y no te preocupes, porque no se lo voy a decir a nadie más”. En estos casos hipotéticos, la persona que recibiera la charla dejaría de ser instrumento para hacer llegar la ayuda de la Obra: esa conversación no seria una charla fraterna de dirección espiritual. (Experiencias sobre el modo de llevar charlas fraternas [Roma 2001], punto 65.)

Otro tema. El que envía una carta a otro presupone que no va a ser leída por terceros, ya que, además de no ser ético, fisgonear en la correspondencia ajena es un delito. Pues bien, quienes escriban a alguien de la Obra han de saber lo que sigue:

Los Directores, por su parte, tienen el derecho y el deber de evitar que lleguen a los miembros de la Obra escritos, cartas, etc., que, de algún modo, puedan causar daño a quienes las reciben, vengan de donde vengan. Por esto, entregar una carta abierta, o haberla leído antes, no constituye nunca una prueba de desconfianza: manifiesta sólo el deseo de evitar un perjuicio, una razón ascética o una medida práctica de ayuda en la labor de formación espiritual. […] Quienes llevan poco tiempo en la Obra agradecen que los miembros del Consejo local se preocupen con cariño -es parte de la tarea de formación- de leer las cartas que reciban: para poder orientarles, y darles el oportuno consejo espiritual o apostólico.

Estas mismas orientaciones se siguen con las cartas que envían los Numerarios y Agregados, fuera del ámbito de su tarea profesional: excepto las que escriban directamente al Padre, al Consiliario y al Delegado Regional, se entregan al Director abiertas. (Del capítulo titulado Correspondencia, de las Glosas sobre la Obra de San Miguel.)

En esta ocasión no me voy a referir a la grave violación del derecho a la intimidad del que recibe la carta, sino del que la envía.

Imaginemos que una chica escribe a su amiga numeraria contándole sus intimidades amorosas. ¿Es posible que alguien pueda justificar el derecho a enterarse de esas confidencias sin ser la persona a quienes van dirigidas?

La única conclusión a lo visto arriba es que, si en lo éticamente más elemental el Opus Dei no cumple, nos cuesta mucho creer que obedezca a la Iglesia, y también que en lo demás respete a las personas.

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Las Contradicciones Del Opus Dei (I) El Secreto

abril 14, 2008

Retrato de una mente dividida

Iván de ExOpus

Este Blog no existiría si no fuera para evidenciar la doble realidad del Opus Dei: la total oposición entre lo que predican y lo que viven. Ahora y en entregas sucesivas iremos tocando algunos aspectos de esa dualidad.

El secreto.

Lo que predican:

Sabéis, hijos míos, que me desagrada el secreto. Amo, venero el secreto sacramental de la Confesión. Me molesta, en cambio, el misterio y el secreteo en las cosas humanas (Instrucción Para Los Directores, 31 – V – 1936, p. 38).

Algunos ejemplos de cómo lo viven:

Se echan las manos a la cabeza cuando se publican sus documentos internos, que por otra parte la sociedad tiene derecho a conocer puesto que esta Prelatura es una institución pública de la Iglesia y si es secreto alguno de los documentos que rigen la vida de los suyos y de quienes se añaden a ella, entonces ese grupo se transforma en una sociedad secreta.

Por lo anterior, a quien se hace de la Obra no le permiten acceder a esos escritos que explican aquello a lo que se van a comprometer; por ejemplo, hasta que no llega el momento en el que tu primer amigo se hace de Obra no te dicen que has de romper la amistad con él y con los que vengan después; o las numerarias tardan tiempo en explicarles que han de dormir sobre una tabla hasta que enfermen o cuando cumplan 40 años.

Además los documentos internos tienen niveles de ocultación para los de dentro ya que sólo pueden ser leídos por aquellos a quienes les es imprescindible hacerlo; por ejemplo, el Vademécum de sacerdotes habitualmente no está disponible para ningún laico.

A los menores que se adscriben al Opus Dei les piden que no se lo cuenten a sus padres

No publican ningún tipo de estadísticas, por lo que lo mismo pueden ser 85.000 que 30.000 ó 1.500.

Cuando vas a un médico, abogado, u otro profesional no sabes si es del Opus Dei o no, y si se lo preguntas puede decirte que no lo es, cuando en realidad puede que lo sea desde hace 20 años (esto lo he vivido yo cuando era de la Obra, fui al bufete de un abogado, había varios cuadros cuyo autor era un supernumerario conocido por mí, en un rincón del despacho había una talla de la virgen de Torreciudad, le pregunté si era de la Obra y su única contestación fue que tenía muchos conocidos que lo eran. Esta respuesta es muy típica entre los de la Prelatura cuando quieren evadir una respuesta embarazosa: decir una verdad que es interpretada por el oyente de forma distinta. Cualquiera de la Obra puede decir que conoce a muchos que lo son, pero quien lo escucha lo interpreta como que esa persona no lo es. Por eso después lo investigué, y en realidad era un supernumerario con muchos años en el Opus Dei).

Ocultan la mayor parte de sus bienes bajo la máscara de sociedades anónimas cuyos títulos están puestos a nombre de sus numerarios y agregados, quienes a su vez firman un vendí con el nombre del comprador y la fecha en blanco, y del que el único ejemplar del contrato está en posesión de los máximos directores de la Obra, por lo que en realidad su propiedad es del Opus Dei.

Publican sus últimos estatutos en latín para que así la mayoría de quienes acceden a ellos no los puedan entender.

Después de lo visto… ¡Menos mal que al santo Fundador del Opus Dei le desagradaba el secreto y le molestaba el misterio y el secreteo en las cosas humanas, ya que si no hubiera sido así…!

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