Defensa De Las Sectas

febrero 3, 2007

Mario Vargas Llosa.

Las razones que se esgrimen contra las «sectas» son a menudo certeras. Es verdad que sus prosélitos suelen ser fanáticos y sus métodos catequizadores atosigantes (un testigo de Jehová me asedió a mí un largo año en París para que me diera el zambullón lustral, exasperándome hasta la pesadilla) y que muchas de ellas exprimen literalmente los bolsillos de sus fieles. Ahora bien: ¿no se puede decir lo mismo, con puntos y comas, de muchas «sectas» respetabilísimas de las religiones tradicionales? Los judíos ultraortodoxos de Mea Sharin, en Jerusalén que salen a apedrear los sábados a los automóviles que pasan por el barrio ¿son acaso un modelo de flexibilidad? ¿Es por ventura el Opus Dei menos estricto en la entrega que exige de sus miembros numerarios de lo que lo son, con los suyos, las formaciones evangélicas más intransigentes? Son unos ejemplos tomados al azar, entre muchísimos otros, que prueban hasta la saciedad que toda religión, la convalidada por la pátina de los siglos y milenios, la rica literatura y la sangre de los mártires, o la flamantísima, amasada en Brooklyn, Salt Lake City o Tokio y promocionada por el Internet, es potencialmente intolerante, de vocación monopólica, y que las justificaciones para limitar o impedir el funcionamiento de algunas de ellas son también válidas para todas las otras. O sea que, una de dos: o se las prohíbe a todas sin excepción, como intentaron algunos ingenuos -la Revolución Francesa, Lenin, Mao, Fidel Castro- o a todas se las autoriza, con la única exigencia de que actúen dentro de la Ley (Defensa de las Sectas. Mario Vargas Llosa).

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Alien

Le veo un fallo a su razonamiento, y es cuando dice: «O sea que, una de dos: o se las prohíbe a todas sin excepción, […] o a todas se las autoriza, con la única exigencia de que actúen dentro de la Ley».

Está de acuerdo en que se permitan las sectas siempre que no violen la ley. Pero es que las sectas destructivas siempre violan la ley —incluidos los grupos que operan con las mismas prácticas bajo la bandera de las religiones oficiales—, cuanto menos porque violan la libertad de las personas con técnicas coercitivas de control mental, afectivo, psíquico, económico y de la información.

Por lo que que no se puede autorizar ninguna formación que utilice técnicas sectarias.

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