Encuesta realizada entre 1970 y 1974
ANTONIO GALA. Escritor. Madrid.
En principio, por la misma razón que no pertenezco a ninguna otra Orden y, casi seguramente, a ninguna forma concreta de Religión.
La Revelación me parece un arma peligrosa en nuestras manos; el Dogma, una ortopedia innecesaria; la Moral normada, una deformación de la primigenia; el Culto, una sofocación de lo personal.
Me considero un francotirador de lo divino: actitud, si es sincera, inconfortable. Y, respecto de Dios, soy enemigo de los intermediarios. Prefiero unas relaciones más directas: «del naranjal a los labios», como si dijéramos.
En cuanto al Opus Dei, tengo entendido que se trata de un Instituto Secular de la Iglesia Católica, lo que viene a ser una especie de Instituto de Enseñanza Media o una Politécnica de la salvación. En Armagedón es difícil saber cuándo se lucha de verdad en nombre del Señor. Me gusta no mezclar: dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Creo recordar que eso aconsejaba Jesús de Nazaret, autor de una doctrina vital, que poco a poco hemos ido olvidando.