Encuesta realizada entre 1970 y 1974
FRANCISCO JOSE BOBILLA DE LA PEÑA. Estudiante. Madrid.
Hay una serie de respuestas a tu pregunta «¿Por qué no es usted del Opus Dei?»: unas de carácter puramente psicológico, y otras de carácter ideológico. Antes, quizá, debo explicarte que no he tenido todavía la posibilidad real de pertenecer a tan santa institución. Nadie me ha invitado a ello y yo no he buscado la invitación por las razones que intentaré explicar con estas respuestas.
Pienso que, de momento, no soy suficientemente supersticioso, ni autoritario, ni masoquista, ni dogmático, ni otras muchas cualidades que considero absolutamente indispensables para poder pertenecer a esa institución, a cuyos miembros, según parece ser, esperan tantos goces. Leyendo «Camino» y otros escritos de Escrivá y de otros miembros del Opus, he de reconocer humildemente que no tengo la «madera de santo» precisa para resistir las tentaciones del maléfico. Para tener un juicio menos equívoco, he leído también los escritos de los detractores. Artigues, Ynfante, Vidal, Beneyto, Ivon le Vaillant, etc. La consecuencia que he sacado de todo ello es que casi todo lo que me gusta y considero que es bueno, resulta para el Opus pecaminoso, deleznable o intrínsecamente perverso.
Además de estos factores personales, y ya como ciudadano, a través de los escritos citados, contactos con miembros del Opus y, sobre todo, la observación de la realidad española de los últimos quince años, he llegado a la convicción de que tal institución no hace sino impedir el desarrollo de los valores por los cuales intento regirme, sobre todo aquellos que en mi escala ocupan los primeros puestos: libertad y justicia. Y todo ello disfrazado convenientemente para que su labor resulte más sencilla y más eficaz.
No intento -ni creo supiese- hacer una crítica científica del Opus Dei en su conjunto. En los libros y artículos que he citado está ya hecho en parte, principalmente en el de Ynfante.