Experiencia En La Secta (V)

Steven Hassan.

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7. La manipulación mediante el miedo y la culpa

El miembro de una secta llega a vivir dentro de un ámbito delimitado por el miedo, la culpa y la vergüenza. Los problemas son siempre una falta del adepto, y se deben a la debilidad de su fe, a su falta de comprensión, a «padres malos», a espíritus perversos, o lo que sea. Se siente constantemente culpable por no dar la talla. Llega a creer que «el demonio» le persigue.

En todas las sectas destructivas que he conocido, el miedo es el principal motivador. Cada grupo tiene su propio diablo particular agazapado a la vuelta de la esquina que espera a los miembros para tentarlos y seducirlos, para matarlos o volverlos locos. Cuanto más vivo y tangible es el demonio que la secta puede conjurar, más intensa es la cohesión que alimenta (Steven Hassan, Combatiendo el control mental de las sectas. Capítulo 5).

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En la Obra constantemente te sientes culpable por no dar la talla. Así lo instituyó el Fundador: Conviene mucho que deis ocupación a la gente: es parte de la formación el que tengan una responsabilidad, pequeña o grande. Por eso, al que pueda hacer como cinco, hay que pedirle como ocho: si no, se pierden (Punto 84 de la Instrucción Para Los Directores. Josemaría Escrivá, 31-V-1936). Al exigirte constantemente y en todo más de lo que puedes dar (apostolado, proselitismo, normas de piedad, etc.), nunca concluyes las tareas, por lo que siempre te consideras culpable.

Los miedos se infunden haciendo que los suyos consideren al Opus Dei y a su Fundador como a Dios, por lo que quienes les abandonan están condenados a ser unos infelices en esta vida y en la otra (ver «Dios No Castiga Por Dejar El Opus Dei»).

Iván

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