Encuesta realizada entre 1970 y 1974
ERNESTO GIMENEZ CABALLERO. Embajador de España.
«¿Por qué no es usted del Opus Dei?»- se me pregunta. Y, ¿por qué el Opus Dei no es mío?-respondo.
Pues al llegar en 1936 a la zona nacional del Madrid rojo, propuse «catolizar la técnica en España», como obra de Dios, para que no nos llevara la laica y del diablo, a otra catástrofe revolucionaria. Coincidiendo en ello con don José María Escrivá al que pronto conocí y con el que mantuve hasta hoy, una espiritual amistad, ayudando su tarea en Paraguay cuando estaba de Embajador, así como la de jesuitas, franciscanos, teresianos, carmelitas y otras instituciones religiosas nuestras. Y, comprendiendo que el Opus De¡ era el órgano que ahora, Roma necesitaba para afrontar no sólo el demonio de la técnica, sino su financiador el gran capitalismo, en manos, fundamentalmente de judíos y protestantes. Del mismo modo que también Roma incitaba a una Compañía como la de Jesús a renovar su tradición misionera y social, por lo que muchos sacerdotes jóvenes suyos comenzaron a evangelizar junto a comunistas (tal como franciscanos y dominicos en el XIII, ante el peligro cátaro y albigense).
Claro que a los jesuitas hoy no les envidia nadie por exponer vidas y famas en sus abnegaciones sociales, lo que no sucede con los encargados de atraer un Nixon a España, sus dólares y negocios. Sin darse cuenta sus criticantes de que algunos ministros responsables de «desarrollar una sociedad de consumo» entre nosotros, viven como ascetas y con menos necesidades que un «hippy», y sabiendo cristianamente que su poder terminará en la expiación. Como un poco nos sucede a todos. Porque en España ni sentimos lo ruso ni sentimos lo otro; ya que nuestro genio es «antieconómico», y vamos todos un tanto forzados a eso del consumo y la tecnocracia. Por ello nos salen, de pronto, escándalos financieros y anarquías disparatadas.
Como inspirador doctrinal en «Genio de España» del falangismo, debo recordar la esencia católica de ese genio y esa doctrina, frente a cualquier otra interpretación de cada quisque. Y, por tanto, la comprensión de lo que Roma emprenda; como Roma comprendió que en España no era posible una democracia cristiana a la europea, sino a través de las persistentes y difícilmente reemplazables estructuras falangistas (caudillaje, partido único, sindicatos verticales, etcétera. Y así marcharemos mientras en España no vuelve a amanecer.
Por eso algunos se escandalizan de haber aparecido en la famosa «lista» de «Ruedo Ibérico». En cambio, yo, de no haber aparecido. Y no porque no fuera del Opus Dei, sino porque el Opus Dei era mío. Nuestro.
El opus-dei es la peor infamia que la iglesia católica ha producido. Símbolo de la politización pastoral y la irrupción de los credos en cuestiones de estado, ha sido promotor de golpes de estado, masacres, fusilamientos y discriminaciones. Tampoco se queda atrás al fomentar el atraso e impedir el desarrollo, bloqueando mediante manejos y fanatizaciones procesos legislativos y judiciales debidamente justos y aceptables.
En pro de combatir el tan temido pecado esa fatídica y falática organización ha tildado de pecaminosos a aquellos que se manifestaba a favor de cuestiones higiénicas y favorables como el aborto y la seguridad sexual, sin olvidar demonizar la libre expresión y la libertad de pensamiento.
Me complacería que ustedes, fervientes admiradores y ex miembros de tan infame reunión de fachos me contestasen sin agravios ni insultos, tal como yo acabo de manifestar mi opinión.
leo_vm08@hotmail.com V. Mercedes, Argentina (cuna de malditos ateos guerrilleros)
Estimado Leandro:
Aunque el aborto no es tema de discusión en este Blog, usted lo ha tocado, por lo que aporto mi comentario:
Para mí el aborto no es una cuestión higiénica y favorable sino algo tan terrible como es acabar con un ser humano.
Y no soy el único que piensa así, ya que el propio Hipócrates de Cos (460-377 a.C.), uno de los padres de la Medicina, juró e hizo jurar a sus discípulos:
Por Apolo médico y Esculapio, juro: por Higias, Panacace y todos los dioses y diosas a quienes pongo por testigos de la observancia de este voto, que me obligo a cumplir lo que ofrezco con todas mis fuerzas y voluntad. […] No me avendré a pretensiones que afecten a la administración de venenos, ni persuadiré a persona alguna con sugestiones de esa especie; me abstendré igualmente de suministrar a mujeres embarazadas pesarios o abortivos. […] Si observo con fidelidad mi juramento, séame concedido gozar felizmente mi vida y mi profesión, honrado siempre entre los hombres; si lo quebranto y soy perjuro, caiga sobre mí, la suerte adversa”.
Un saludo.