Encuesta realizada entre 1970 y 1974
JOSEP ANDREU I ABELLO. Abogado. Barcelona.
Porque es una organización católica y hace muchos años que me aparté de la Iglesia al tomar conciencia de que la misma se había convertido en un instrumento de los grupos más reaccionarios del país.
Después del Papa Juan XXIII y del Concilio Vaticano II convocado por él, reconozco que la Iglesia está transformándose y sigue por unos caminos que merecen todo mi respeto y simpatía. Hace un gran esfuerzo para identificarse con Jesucristo y procura apartarse de la sumisión a los «mercaderes».
Pero si yo fuera un católico practicante tampoco sería del Opus Dei. Conozco y respeto a algunos miembros destacados de esta organización; la mayor parte son hombres inteligentes y preparados, con una gran fe y entusiasmo en su obra. Personalmente, opino que siguen un camino equivocado y que en el futuro, y quizá cuando el mal sea irreparable, se den cuenta de sus errores. Las Iglesias, por principio, no deben mezclarse nunca con el poder temporal. Desgraciadamente, en nuestro país tenemos demasiados ejemplos históricos de luchas en las que ha tenido una participación muy directa la Iglesia. Parecía que en el futuro ya no sería más tema de discusión el problema religioso y que todas las Iglesias merecerían el respeto del ciudadano. Me temo que la irrupción de hombres del Opus Dei como líderes más destacados de los grupos políticos y de presión planteará, con la carga pasional que ello supone, el problema religioso en los mismos términos que en el pasado.